domingo, 25 de agosto de 2019

PEDRO I DE BRASIL

EL EMPERADOR PEDRO I DE BRASIL



Pedro I Emperador del Brasil, al igual que Federico el Grande de Prusia, también fue otro Emperador músico. 

Compuso entre otras obras una “Ouverture à Grand Orchestre” que fue escuchada en París, una “Misa e Credo”, una “Missa in Honorem Leoni Duodecimo”, un “Te Deum” a cuatro voces y orquesta, una “Simphonia e Te Deum”, un “Credo do Imperador”, un “Responsório a S. Pedro de Alcántara”, una “Antifona de Nossa Senhora”, “Sub Praesidium tuum” para cuatro voces y orquesta, la llamada “Abertura (Obertura) da Independência”, diversos Himnos profanos (entre ellos el primer Himno Brasileño, hoy conocido como el “Himno de la Independencia del Brasil”), y música para piano. La obra musical de Pedro I forma parte del patrimonio cultural compartido entre Brasil y Portugal.

Nació Pedro el 12 de octubre de 1798 en Portugal, y acompañó a su padre Juan VI cuando la Corte portuguesa emigró al Brasil a fines de 1807, llegando en enero de 1808 e instalándose en Río de Janeiro. Al tener que regresar Juan VI a Portugal a fines de abril 1821 reclamado por las Cortes portuguesas (se dice que al partir confió a Pedro que prefería que éste tomara la corona de Brasil antes que lo hiciera cualquier otro), Pedro permaneció en Brasil como regente. Al serle exigido el retorno a Portugal, Pedro decidió quedarse (episodio conocido como “o Fico”, 9 de enero de 1822) y ante la insistencia de las Cortes quienes le quitaron autoridad, para que volviera, apoyado por un influyente partido secretista de Río proclamó el 7 de setiembre la Independencia del Brasil a orillas del riacho Ipiranga bajo el grito de “Independência ou Morte!” (Grito de Ipiranga). Aclamado como Emperador el 12 de octubre de 1822, fue coronado el 1º de diciembre de ese año. Fue en nuestro concepto quizá el último Déspota Ilustrado (a pesar de que algunos sostienen que no era muy leído, en lo cual no concordamos), pese a lo cual dotó al Brasil en 1824 de una Carta Magna que consagró una monarquía constitucional y que duró hasta la reforma de 1891 (ya de corte republicano). En el territorio hoy uruguayo que conformaba la Provincia Cisplatina se juró la Constitución brasileña de 1824, aunque lo fue solamente en las poblaciones donde los brasileños tenían un poder efectivo (Colonia, Guadalupe -hoy Canelones-, Maldonado, Montevideo y San José). En los hechos, a Pedro I le costaba transitar por los senderos constitucionales; se manejó con autoritarismo y conservadurismo toda vez que pudo, y en contra de los liberales, dentro de un contexto de diversos partidos, intereses y movimientos muy complejo como lo fue el Brasil de la primera mitad del siglo XIX. Si bien es cierto que la Independencia brasileña no fue cruenta como la de los territorios hispánicos en América, debió lidiar contra muchos movimientos autonomistas e independentistas como los de Pernambuco, Bahía, San Pablo, Rio Grande del Sur (cuya vocación por autorregirse ya mostraba los dientes) y la Provincia Cisplatina, esta última la única que triunfó y cuyo final todos los hoy uruguayos conocemos.

Ante la sorpresiva muerte de Juan VI en 1826 (hoy se sabe que fue envenenado con una elevada dosis de arsénico), Pedro I de Brasil fue proclamado como Pedro IV de Portugal. Su hermano Miguel tenía claras pretensiones al trono portugués, y para lograrlo venía articulando desde hacía tiempo cuanta conspiración que podía. Probablemente ante una situación que no podía abarcar, Pedro abdicó de la corona de Portugal en favor de su hija María quien pasó a reinar con el nombre de María II, a condición de que el ambicioso Miguel se desposara con ella (tenía María siete años, sic, pero los matrimonios reales de esta clase no se consumaban hasta años después cuando la esposa estaba apta para procrear) y jurara la Constitución de 1826. El tío Miguel (de su acordada esposa y sobrina María II, ya que aquél era hermano de Pedro)  dijo aceptar la propuesta y hasta juró la Constitución de mala gana, pero al poco tiempo destronó a María II, disolvió las Cortes y se autoproclamó Rey Miguel I, iniciando en junio de 1828 un gobierno despótico, absolutista y cruel.

Cansado ya de los avatares y tensiones de la política brasileña, Pedro I renuncia en 1831 al trono de Brasil pero no se va para ningún palacio a descansar, sino que parte hacia Europa con el propósito de restaurar a su hija María en el trono portugués, llegando a las Islas Azores donde existía una resistencia liberal contra el usurpador Miguel. Desde allí, apoyado por éstos (cosas de la vida, ya que en Brasil había resistido a los liberales locales) y los ingleses, Pedro lidera una campaña de guerra (de la cual los portugueses lo pasaron a conocer como “o Rei Soldado”) en la que finalmente vence a su hermano Miguel, quien deja el poder por el 26 de mayo de 1834 partiendo al exilio, reponiéndose a María II en el trono. Historia con final feliz donde el bien triunfa sobre el mal, que se empalidece con lo inesperado: Pedro I Emperador de Brasil y IV Rey de Portugal moriría de tuberculosis en la misma habitación del Palacio de Queluz (cerca de Lisboa) que lo vio nacer, el 24 de setiembre de 1834. No había alcanzado a cumplir 36 años. Tuvo una vida breve, pero muy intensa y polifacética.

Los restos de Pedro I, el Emperador Rey Músico y Soldado, fueron traídos en 1972 desde el Panteón de los Braganza en Lisboa, y descansan actualmente en una capilla en el Monumento a la Independencia de Brasil (Altar de la Patria o Monumento de Ipiranga), en San Pablo, a orillas del riacho Ipiranga y en el sitio donde aquél habría proclamado la Independencia brasileña. Junto a él reposan quienes fueron sus dos esposas, Leopoldina de Habsburgo (fallecida en diciembre de 1826) y Amelia de Beauharnais, (fallecida en enero de 1873) traídas respectivamente desde Río de Janeiro en 1954 y desde el panteón de los Braganza en 1982. A unos 9 kilómetros, en el Cemitério da Consolação, se encuentran inhumados los restos de quien fuera la controvertida amante de Pedro I entre 1822 a 1829, Domitila de Castro (Titília), nombrada Marquesa de Santos por su enamorado en 1826, quien murió en noviembre de 1867 (se cuenta que a ella van a rezarle las mujeres que buscan marido).

No es fácil encontrar registros interpretados de la música de Pedro I, sobre todo de calidad. Ofrecemos esta versión grabada en vivo del “Credo do Imperador”, compuesto en 1829, obra sinfónico coral para cuatro voces y Orquesta, testigo del talento musical de quien fue nuestro Emperador entre el 12 de octubre de 1822 y el 18 de julio de 1830, día en que juramos la Constitución que nos regiría como país independiente bajo el entonces nombre de “Estado Oriental del Uruguay”.

https://www.youtube.com/watch?v=QF_XLOyzzo4&fbclid=IwAR2bIUSbxQPE88aKbBcfGBcBNCgaiw-RtyC3VddBH00PTCwxymtPonJ609c






No hay comentarios:

Publicar un comentario