OLEGARIO NÚÑEZ, SACERDOTE Y POETA DE LAS SIERRAS DE MINAS
Llegando a la cima del Cerro del Verdún, debajo de una representación estatuaria de la crucifixión de Jesús se encuentra el sitio que alberga los restos mortales del Padre Olegario Núñez. Anunciándolo, una inscripción reza:
“Y en algún
repliegue de tu serranía
mi humilde ceniza se estremecerá”
Olegario María Núñez
Sacerdote-Poeta
1897-1932
Minas y el Tala
devotos a su verso profético
con amor y veneración
aquí le guardan
en la sierra–templo
de su Virgencita
No pude con el genio investigador y me aboqué a procurar información. Comparto los resultados liminares de esta búsqueda.
Olegario Pascasio Núñez (seudónimo poético, Olegario María Núñez) nació en Minas, el 31 de mayo de 1897. Durante su infancia que transcurrió entre juegos y las serranías del lugar sintió tempranamente la vocación por el sacerdocio, describiendo ese llamado con estas palabras de “La siembra mística”:
Pasó
Jesús vestido de labriego,
pasó
por la mañana de mi vida.
…
Quise
saber de aquella siembra mística
el
arcano sentido.
…
Vi
al Sembrador de túnica eucarística
que
al oído -sonriendo- me decía:
-El
campo arado fue tu corazón.
Espíritu muy sensible y poco común, Olegario Núñez fue además de un destacado sacerdote (quien se desempeñó en Rocha y San Francisco, y como párroco de Tala) y de un excelente orador, reconocido en sus tiempos como un delicado poeta. Núñez fraguaría su misión pastoral a través de su identificación en el paisaje serrano de Minas y en su devoción por Nuestra Señora (Virgen de la Inmaculada Concepción) del Verdún, advocación muy venerada por el pueblo uruguayo desde 1901, que también fueron la inspiración de su lírica. A aquella última, a quien llamaba cariñosamente “mi Virgencita” y consideraba una unión ideal “de mis dos grandes amores de mi vida: mi madre y mi tierra”, dedicaría su poemario “Sol en las Sierras… Sol en los Vitrales”, cuya publicación figura como realizada en 1931 (aparentemente salió a luz luego del fallecimiento de Olegario Núñez, a estarse al “In Memoriam” que le tributó a modo de prólogo el Presbítero -con el devenir Monseñor- Luis Roberto de Santiago), y que viera una segunda edición en 1954 (también prologada por Luis R. de Santiago).
La poesía de Olegario M. Núñez es de versos sencillos, fieles a métrica y rima como era costumbre en su época. Su contenido, sin embargo, no es nada convencional. Nos revela un misticismo muy particular que no obstante intenso, nos transmite paz y elevación. ¡Ah, la poesía humilde que conmueve al corazón! Toda la creación de Núñez proyecta su íntima vitalidad; no hay en ella ideación, sus figuran son realidades muy presentes y auténticas.
Por supuesto, su acervo literario está cargado de símbolos y de imágenes del Cristianismo católico. Se dirá que no podría ser de otra manera en un sacerdote, y es cierto; mas no se trata de una poesía dogmática o militante: es un testimonio auténtico de vida que se entrega al lector a través de una Fe que sólo desea realizarse bajo el amparo de la Naturaleza y de “su Virgencita”. Leamos así en “La Promesa”:
Antes
que el sol de estío calcine el retorcido
sendero
que tu monte trepa como una cabra,
iré,
Madre, a tu Cerro, con un cirio encendido
a
cumplir de rodillas mi empeñada palabra.
Quiero
beber del agua que con oculto ruido
de
tu bendito Cerro las asperezas labra,
y
con todas las flores agrestes que el sol abra,
quiero
formarte un ramo de alegre colorido.
Luego
mientras mis manos, -cual se deshoja un lirio-
van
pasando una a una las cuentas del rosario,
y
sobre alguna piedra se consume mi cirio,
veré
salir el sol de una cumbre lejana,
cual
otro cirio de oro, que en su inmenso santuario
con
sus dedos de virgen enciende la mañana.
En “Arequita”, Olegario Núñez contempla a ese cerro como la antigua gloria, todavía imponente, de un ser mítico cuya ánima aunque palpitante se encuentra inmóvil, cautiva de un trágico destino en su interior pétreo:
…
Yo
pienso a veces que ese cerro altivo
debió
ser un gigante
que
a los cielos lanzara un desafío.
Un
rayo fulgurante
el
corazón vino a quemarle vivo,
y
desde entonces tiene, por castigo
de
su crimen impío,
petrificado
el rígido semblante
y el corazón vacío…
Me impresionó el soneto titulado “Molino Viejo”, que destaco porque como rara excepción, no hay en él alusiones religiosas. Es muy interesante cómo Núñez concibe aquella vieja edificación que aparentemente muerta y solitaria, se transforma y adquiere vitalidad al pasar cerca de él el sacerdote-poeta, adquiriendo una presencia atemorizante y amenazadora:
Sobre el rojo velamen del
ocaso
que lo baña con trágico
reflejo,
yergue sus ruinas el Molino
viejo
cual paisaje bordado sobre
raso.
Cuando a su lado por la
tarde paso
y a mis espaldas su gran
sombra dejo,
no sé por qué puerilidad me
alejo
sin volver la cabeza… ¿Miedo
acaso?
Las invisibles alas del
molino
con su eterno voltear
intermitente
me siguen a lo largo del
camino…
Y en el raro delirio de mi
mente,
se ensaña la obsesión de un
asesino
que blande su puñal eternamente…
Olegario María Núñez, el “Poeta de la Virgen”, falleció el 4 de enero de 1932. No había alcanzado a cumplir los 35 años. Muchas obras suyas, si es que todavía se conservan, actualmente permanecen inéditas. ¡Tanto tenía todavía para dar a su Iglesia, a los demás y a la Literatura! Pero vivió lo suficiente para ganarse el corazón de todos los habitantes de su terruño y de las localidades en donde ejerció su Ministerio. A pesar de la enfermedad que lo consumía, se mantuvo al pie de su vocación de servicio hasta el final. Una calle de la ciudad de Minas lleva hoy su nombre.
En
1948 un grupo de ciudadanos decidió llevar los restos de Olegario Núñez a su
querido Cerro del Verdún para que tuvieran allí su cobijo. El empeño desplegado
fue tan grande que los fondos se recolectaron rápidamente y las obras
culminaron antes del término previsto, inhumándosele por el 8 de enero de 1949.
En la inscripción de su túmulo funerario se encuentran los versos de su poema “Verdún”,
que hemos citado: “Y en algún repliegue de tu serranía / Mi humilde ceniza
se estremecerá”.
El Padre Olegario Núñez en lo alto del Cerro del Verdún, más cerca de Dios y del Cielo, descansa con la Esperanza de la Resurrección. Desde su última morada he podido contemplar el nacimiento de una hermosa Luna Llena.
Bibliografía
CASAS
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exquisito cantor Pbro. Olegario María Núñez fallecido en Minas el 4 de enero de
1932”, s/f (1932?), s/e.
CERUTI
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“Revista Chilena de Antropología” No. 44, pp. 285-303.
N.N.,
“Al pie del Cerro Mariano descansarán los restos de un alto poeta”, en “El Bien
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MONREAL
Susana, “Católicos unidos y movilizados: las peregrinaciones a la Virgen del
Verdún (1901-1941)”, en “Anuario Digital” No. 28/2016, pp. 91-118.
NÚÑEZ
Olegario M., “Sol en las Sierras… Sol en los Vitrales. Poesías”, s/e, Talleres
Gráficos El Demócrata, Montevideo, 1931.
NÚÑEZ
Olegario M., “Sol en las Sierras… Sol en los Vitrales. Poesías” 2da. Edición,
s/e, Talleres Gráficos de A. Monteverde y Cía., Montevideo, 1954.
PINTO
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Conferencias del Ciclo sobre Valores Minuanos en las Letras, el Arte y las
Ciencias que auspicia el Ateneo Popular de Minas. Acto realizado en la Sala de
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ROCCA Pablo - DER AGOPIÁN Nicolás - PÉREZ Verónica, “Para una revisión del canon nacional: la literatura minuana (1920-1950), [Problemas, Semblanzas, Muestra documental y textual]”, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Departamento de Literaturas Uruguaya y Latinoamericana, Sección de Archivo y Documentación del Instituto de Letras, paper, en “https://www.fhuce.edu.uy/images/SADIL/Literatura%20Minuana/LITERATURA_MINUANA_1920-1950.doc” (consultado el 20.5.2022).