lunes, 23 de octubre de 2023

29 DE OCTUBRE DE 1823: DÍA DE LA PRIMERA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA DEL URUGUAY

 UNA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA OLVIDADA: 29 DE OCTUBRE DE 1823

 

 

I. Introducción

¿Cuándo debería considerarse a un pueblo como “independiente”? ¿Cuando se siente como tal? ¿Cuando expresa su voluntad inequívoca de querer regirse por sí mismo? ¿Cuando ejerce su soberanía efectivamente, imponiendo su voluntad? ¿Cuando se organiza bajo un pacto constitucional? ¿Cuando es reconocido como tal por la comunidad internacional? El lector tendrá al respecto su propia respuesta. En el caso del Uruguay, ríos de tinta se han escrito sobre cuándo debería conmemorarse nuestra Independencia: si debería tomarse en cuenta el 25 de agosto de 1825 (cuando este suelo se declaró “de hecho y de derecho libre é independiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil, y de cualquiera otro del universo y con amplio y pleno poder para darse las formas que en uso y ejercicio de su soberanía estime conveniente”), el 4 de octubre de 1828 (cuando se canjearon entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y el Imperio del Brasil los documentos de ratificación de la Convención Preliminar de Paz del 27 de agosto de 1828 -firmada bajo la mediación de Gran Bretaña-), o el 18 de julio de 1830 (fecha de la Jura de nuestra Constitución nacional).

Sin embargo, nos atrevemos a proponer que nuestro país se declaró independiente hace 200 años, el 29 de octubre de 1823. Podríamos considerar a esta data como la de nuestra primera Declaración de Independencia.

Intentaremos argumentarlo valiéndonos básicamente de las investigaciones que expusimos en un libro publicado bajo el seudónimo de Jean-Marie Mondine ([1]), sin perjuicio de otros instrumentos de archivo y de apoyo.

Cierto es que ya el 13 de abril de 1813, los representantes de la Banda Oriental habían proclamado en las Instrucciones del Año XIII su voluntad de que las colonias de la región declararan su independencia absoluta de España (artículo inicial), habiendo circulado inclusive un “Proyecto de Constitución para la Provincia Oriental” ese año; y de hecho hasta las invasiones portuguesas, bajo José Artigas la Banda o Provincia Oriental se manejó en forma autónoma. No obstante, no se postula el año 1813 como data de la independencia del Uruguay ([2]).

Con las invasiones portuguesas cuyas operaciones se iniciaron por agosto de año 1816 ([3]) bajo la aquiescencia del Directorio Supremo de Buenos Aires a la cabeza de Juan Marín de Pueyrredón, la Provincia Oriental del Uruguay vería comprometida la autonomía que había logrado alcanzar bajo el liderazgo del General José Artigas, Jefe de la Liga Federal y Protector de los Pueblos Libres. Artigas y sus soldados establecieron una dura resistencia, pero no pudieron contener el avance portugués. Se precipitó el fin de la época política de Artigas y de la Patria Vieja. Se iniciaría una época de sojuzgamiento bajo un nuevo poder extranjero.

A pesar de que el dominio portugués, y el brasileño que le sucedería a partir de 1822, contaron con muchos obsecuentes orientales, otros albergaban la idea de poder desembarazarse de ese yugo y de consolidar un orden político independiente para la Provincia.

 

II. Sociedades secretas en la Provincia Oriental del Uruguay durante las invasiones portuguesas y en el declive del período artiguista

La época de la ocupación lusitana en la Provincia Oriental (1816-1822) fue tiempo de sociedades secretas, a través de las cuales discurrió la verdadera pero oculta trama de la política.

En ese período aparecieron en la Provincia Oriental, desde 1821 denominada “Provincia Cisplatina” o “Estado Cisplatino (alias Oriental)” ([4]), ciertos grupos o verdaderos partidos que operaban caracterizados por su proceder o actuación reservada, y definidos por sus posiciones políticas. Éstos se encontraban entonces en referencia opositora o favorable (según su tendencia) a los portugueses y luego brasileños, como el llamado “Orden o Sociedad de Caballeros Orientales”, el “Club o Logia de los 19” o “Logia de la Constitución”, el “Club del Barón”, la “Logia de los Aristócratas”, “los Aristócratas”, “los Caballeros del Lazo Verde” o “Logia de los Imperiales”. En otros casos, estaban formados por grupos de exiliados de otras tierras que intentaron hacer su propaganda desde Montevideo, caso de los Caballeros Racionales (en una eventual segunda época) o “Tercera Lautaro”, que luego se transformaría en la “Sociedad de Amigos del País” y después en los “Caballeros Orientales”.

En realidad, todos ellos eran partidos embrionarios de élite que se reunían por sus afinidades políticas (pro-portugueses, pro-brasileños, pro-independentistas, o “anti-Directorio” de Buenos Aires). Se trataban de facciones o de círculos de poder e influencias organizados en forma discreta, llamados en su tiempo “Clubes”, “Sociedades” o “Logias”. No está demostrado que hubieren sido organizaciones masónicas ni que hubieren formado parte de la Masonería, a pesar de que la leyenda vernácula y ciertos historiadores los caracterizaran como “Logias”, “Logias masónicas” o “masonerías políticas”. Entendemos que resulta sobrevaluada (por no decir errónea) la idea de que “En las luchas por la independencia [oriental], la Masonería sin duda estuvo omnipresente en el proceso” ([5]).

La Declaración independentista del 29 de octubre de 1823 fue gestada por una de esas agrupaciones logistas, la Sociedad u Orden de los Caballeros Orientales. Importa entonces relacionar cómo se constituyó, qué organización poseía, quiénes la integraron y cuáles fueron sus actividades.

 

III. Los nuevos “Caballeros Racionales”, también llamados la “Tercera Lautaro”

Al arribar Carlos María de Alvear por mayo de 1818 desde Río de Janeiro a Montevideo, luego de su caída y renuncia como Director Supremo de Buenos Aires que lo había obligado a exiliarse (entre los días 15 y 18 de abril de 1815), éste formaría en la última ciudad y en ese año de 1818, con algunos partidarios suyos y opositores al Directorio de Juan Martín de Pueyrredón, una nueva sociedad de “Caballeros Racionales” ([6]), que intentaba ser una refundación de la misma sociedad que entre 1812 y hasta la debacle de Alvear como Director Supremo el 15 de febrero de 1815 se conocía en Buenos Aires con el mismo nombre, también denominada “Logia Lautaro”, en su primera época bajo control de Alvear ([7]). Nos cuenta Santiago Vázquez que ya existía en Montevideo esta “sociedad secreta de patriotas que trabajaban desde el año 16 en conservar el fuego sagrado y preparar la epoca de la restauración librandole de todo dominio extranjero” ([8]).

Este grupo, conocido hoy como “Tercera Lautaro” para diferenciarlo como opositor del eje formado por las Logias Lautaro de Buenos Aires y Mendoza (Segunda Lautaro, desde 1816 rearticulada por el General José de San Martín bajo su influencia y no más la de Alvear) bajo Juan Martín de Pueyrredón y José de San Martín respectivamente, nucleó en Montevideo originalmente a antiguos partidarios de Alvear, argentinos y chilenos exiliados en esa ciudad contrarios a Juan Martín de Pueyrredón, a José de San Martín y a Bernardo O’Higgins, aunque con el tiempo fue incorporando a orientales.

Tomás de Iriarte nos da cuenta de cómo operaba a 1818 esta sociedad alvearista de Caballeros Racionales o Tercera Lautaro:

Mi relación con Alvear [en 1818] se estrechaba más cada día y estábamos perfectamente de acuerdo en trabajar para derribar el gobierno de Pueyrredón; como yo tenía que regresar a Buenos Aires, él debió calcular y no se equivocaba, que allí sería yo un buen agente para trabajar en este sentido y así se franqueó conmigo y me propuso introducirme en una sociedad secreta compuesta de patriotas enemigos todos de la administración de Pueyrredón: yo acepté con gusto y fui recibido por Alvear, don Juan Larrea y don Santiago Vázquez, otros cuatro individuos que también pertenecían a la asociación, a saber, don Manuel Álvarez, don Francisco Martínez Nieto, don Juan Zufriategui y don Ventura Vázquez, no concurrieron, pero después se me dieron a conocer” ([9]).

La sociedad de “Caballeros Racionales” o “Tercera Lautaro” de Montevideo era, en otro plano, también contraria a José Artigas. Nuestro máximo Prócer conocía las actividades de estos “Caballeros” que para 1819 comenzaban ya a conocerse como “Caballeros Orientales”, a quienes despectivamente denominaba “Caballeros Andantes” o “la Gavilla de Albear en Montevideo” ([10]). Los temores de Artigas eran fundados porque aparentemente, la sociedad “Caballeros Orientales” en sus inicios ...trabajó en el sentido de la pacificación del país, para evitar su desolación en una pequeña guerra inútil y ruinosa que sostenían las partidas de Artigas. La tolerancia de Lecor, al permitir que Alvear fundara una Logia en Montevideo, radicaba en la existencia de un enemigo común al que había que eliminar: José Artigas” ([11]).

No eran artiguistas, pero tampoco eran colaboracionistas; consideraban al dominio portugués una suerte de mal coyuntural necesario, al menos por las circunstancias del momento. Algunos de sus miembros integraron el Cabildo montevideano de 1819, aquel que el 30 de enero de 1819 celebró con los portugueses el controvertido “Tratado de la Farola” ([12]), caso de Juan Benito Blanco, Juan Francisco Giró, Lorenzo Justiniano Pérez, Francisco Joaquín Muñoz y Manuel Vidal (Juan José Durán se mantuvo fiel a los portugueses y luego a los brasileños).

Uno de los principales objetivos de esta sociedad era, entre 1818 y 1820, derrocar al Directorio de Buenos Aires y sustituirlo por sus propios adeptos. En otro aspecto, debido a que en 1819 se conocía que desde España se preparaba una expedición reconquistadora para el Río de la Plata, esta agrupación planificó acciones de resistencia para el caso que se diera esa eventualidad.

 

IV. De la Sociedad u “Orden de Caballeros Orientales”

Como manifestamos, a los “Caballeros Racionales”, “Tercera Lautaro” o “rectius”, “la Anti-Lautaro de Buenos Aires y Mendoza”, se fueron incorporando algunos orientales quienes con el devenir pasaron a formar mayoría en la sociedad, al punto que con el tiempo el círculo, cada vez más numeroso, pasaría a conocerse informalmente como los “Caballeros Orientales”. Constituiría para 1819 un grupo con otra estructura y envergadura, algo ya diferente. Arcos Ferrand, siguiendo a Juan Manuel De la Sota, nos informa que habría sido:

“…fundada en Montevideo por el año 1819, según todas las probabilidades; y si nos atenemos a la palabra autorizada del historiador de la Sota…, la iniciativa de su establecimiento correspondió a don Juan Zufriategui.

Don Lorenzo Justiniano Pérez… expresa sobre este particular: ‘Como los orientales no gustaban de la dominación portuguesa (alude al período comprendido entre los años 1817 y 1819), se formó una sociedad secreta cuyo voto era trabajar con todo su saber y su fortuna para expulsar a los portugueses del país; esta sociedad trabajó mucho, y mucho ha contribuido para la expulsión de los extranjeros. En ella estaban todos los patriotas de viso que residían en Montevideo; la sociedad tenía su archivo, que encierra documentos muy importantes para la historia de nuestro país; todo estaba en una caja de lata depositada en poder del finado don Manuel Vidal; temo que se haya extraviado.’” ([13]).

Un valioso manuscrito anónimo, cuya autoría sería atribuible a Santiago Vázquez, nos historia brevemente sobre los orígenes, propósitos y actividades de la Sociedad u Orden de los Caballeros Orientales en 1819 y 1822, planteando que Vázquez habría sido su fundador e inclusive el redactor de su Reglamento. Transcribimos un fragmento:

/1819/

El club patriótico de Montev.o denominado de caballeros Orientales surgio de la gran L. de los Lautaros establecida en Montev.o, y en disidencia con la que existía en B.nos-Ayres. D.n Santiago Vasquez era uno de sus antiguos miembros: y suyo fue el pensam.to dela ereccion de una sociedad patriótica con la denominacion ya indicada: el confecciono el reglamento que debía regirla. La sociedad no conocía la existencia de la L. Lautaro, á que debía su origen: estaba clasificada en tres grados 1.º el de Ancianos, 2.º Consejeros, 3.º caballeros orientales; p.o en los grados inferiores se ignoraba la existencia de las gerarquias superiores. De modo que bajo una tal estructura, se deja bien comprender que en todas las deliberaciones prevalecía la resolución impulsiva y secreta de los grados mas altos;

y que eran, por lo tanto, los lautaros los miembros directivos.= La ocacion por la instalación de la sociedad de caballeros orientales, fue el anuncio de una espedicion de tropas españolas que se preparaba en Cadiz con destino al Rio de la Plata; y el alegato exclusivamente patriótico, -el de organizar el país y prepararlo á la resistencia contra los invasores: pues se tenia por cierto que las tropas portuguesas lo evacuarian cuando la espedicion  se presentase, mediante un convenio entre los gabinetes de Madrid y Rio Janeyro.- Los lautaros reducidos a ocho en numero, eran, en la mayor parte, emigrados Argentinos que no podían por entonces restituirse á su país natal, y todos opuestos al Gobierno directorial. El pensamiento de la creación de la nueva sociedad oriental, era eminentemente patriótico, y como se ha dicho, exclusivamente original de Dn Santiago Vasquez. Este presidia la sociedad, y daba dirección á sus trabajos con su consumada habilidad en este genero. De modo que si la espedicion Española se hubiera presentado en estas playas, habría encontradose con un gobierno patrio organizado en la campaña, y el país todo preparado pa. oponerle la mas recia y tenaz resistencia.-

Algunos delos miembros mas influyentes del cabildo estaban afiliados en la sociedad de caballeros Orientales; y como el Genl. Lecor contemporizaba y dejaría á muchos delos actos de aquella corporacion Municipal, la sociedad trabaja con gran ventaja, tomando medidas preparatorias cuando llegase la epoca de las hostilidades. Una de ellas fue la deportación de considerable numero de españoles desexiliados, y militares fugados del deposito de prisioneros delas Bruxas, quetodos trabajaban de consuno pa. auxiliar la espedicion con su influjo y conocimiento practico de la tierra.

La sociedad trabajó en el sentido de lapacificacion del país, pa. evitar su desolación mediante una pequeña guerra inutil yruinosa que sostenían las partidas de Artigas. En esto estaba perfectamente de acuerdo el Baron dela Laguna que segundaba aquellos trabajos.” ([14])

Tomás de Iriarte nos cuenta cómo evolucionaría este grupo:

Nuestra sociedad secreta de Montevideo incrementó [en 1819] de un modo considerable, e hizo adquisiciones entre los hijos del país de más nota, adictos a la causa de la independencia. Esta reunión tomó una nueva denominación, la de Caballeros Orientales; la mayor parte de los individuos del Cabildo fueron iniciados: Giró, Muñoz, Blanco (Don Juan Benito y don Silvestre), Lecocq (don Gregorio y don Francisco), Vidal (don Daniel y don Manuel), don Francisco Aguilar, Visillaga, Cullen, don Lorenzo Pérez, don Manuel Oribe y otros muchos orientales fueron introducidos; esta sociedad se componía de tres clases o grados, el iniciado era instalado en clase de Caballero Oriental, seguía el grado superior inmediato de Consejero y por último el de Anciano, pero la estructura de la sociedad era tal que los del grado inferior ignoraban la existencia de una clase superior, y de este modo los miembros de la antigua gran Logia, porque nos reuníamos en privado y nuestra sanción daba después la ley, porque nos era fácil conquistar el voto de algunos miembros de los Ancianos, y por consiguiente sucedía que reunidos con éstos, obteníamos la mayoría, de modo que cuando nos incorporábamos con los Consejeros para deliberar ya llevábamos la votación ganada, y así, sucesivamente para la reunión con el grado inmediato inferior, así: los orientales que no conocían el secreto de la gran Logia: seguían su impulso sin poderlo evitar ni sospecharlo. Los miembros de la gran Logia éramos Alvear, Vázquez, (don Santiago y don Ventura), Zufriategui (don Juan), Larrea y yo. Como no se dudaba de la venida de la expedición española, teníamos formado nuestro plan para salir a la campaña en cuanto desembarcaren, y establecer un gobierno patrio para administrar el país y dirigir la guerra contra los invasores. El general portugués Lecor contemporizaba mucho con el Cabildo de Montevideo, porque este cuerpo en cierto modo representaba los intereses de la provincia…” ([15]).

En 1820 este grupo se articuló bajo una “Sociedad Secreta de Amigos del País” (aunque ya comenzaban a ser conocidos como “Caballeros Orientales”), con un límite estatutario de “cuarenta miembros escogidos entre los patriotas que hayan dado pruebas inequívocas de su adhesión al sistema representativo que reúnan las calidades de luces y una firmeza conocida por hechos públicos y privados”, y con un sistema de tres Grados: “Ciudadanos Libres” (primer Grado), “Patriotas Distinguidos” (segundo Grado) y “Altos Elegidos” (tercer Grado). Se proponía “Remover todos los obstáculos que puedan oponerse a la reinstalación de las instituciones liberales de la Provincia de Buenos Aires [aunque operaban organizados en Montevideo], promoviendo, aunque por medios indirectos, los de las provincias hermanas. Propagar la buena doctrina de modo que se sientan sus efectos en las últimas clases del Pueblo. Sofocar el germen de la anarquía; infundir amor al orden y respeto a las leyes; fomentar la ilustración pública; perseguir el régimen arbitrario: impedir la reaparición de la dictadura; proscribir el proselitismo religioso, y proteger la religión del Estado: propender a afianzar las garantías sociales haciéndolas efectivas; recompensar el mérito; amparar la virtud desvalida. En fin, esforzarse en cuanto penda de su influjo y poder moral, para mejorar la condición de los compatriotas en particular y de los hombres en general”. Entre los papeles archivados de Tomás de Iriarte se conserva su Reglamento, donde constaba su organización, ritual de iniciación, juramentos, signos de reconocimiento, catecismo y penalidades, como también su alfabeto y vocabulario crípticos ([16]).

En sus “Memorias” y en sus “Glorias Argentinas”, el General Tomás de Iriarte nos brinda mayores referencias sobre cómo actuaba en 1821 esta sociedad a quien denomina como “la sociedad secreta de Caballeros Orientales”, “la sociedad de Caballeros Orientales”, “sociedad secreta” o “Club patriótico”. Especialmente en sus “Memorias” nos da cuenta que funcionaba como un típico Club selecto en donde se fueron profundizando las conversaciones y conspiraciones independentistas:

Al aproximarse el invierno para hacer más soportables sus largas noches, nos reunimos varios amigos, pertenecientes todos a la sociedad secreta de Caballeros Orientales… Adquirimos una casa, se estableció en ella una mesa de billar, mesas, sillas, y en fin todos los utensilios necesarios. Todos los socios contribuimos con nuestros libros para formar una biblioteca, y nos subscribimos a un crecido número de periódicos americanos y europeos. Allí pasábamos noches muy divertidas jugando al billar, a la malilla, mediator, etc., y leyendo el que era más aficionado que a los juegos carteados porque otros no se permitían. No tenían entrada más que los subscriptores, que como he dicho pertenecían a la sociedad secreta. Ésta celebraba allí sus sesiones algunos días; y cuando no trabajábamos en cuerpo, podían ser introducidos algunos amigos, pero éstos necesitaban una expresa invitación, y ser acompañados por uno de los socios. La cantidad que mensualmente pagábamos era muy módica, dos o tres pesos. Expresaré los nombres de que puedo acordarme: don Santiago Vázquez, su hermano el coronel don Ventura, don Juan Zufriategui, el general [Carlos María de] Alvear, don Juan [Francisco] Giró, don Francisco Muñoz, don José Aguilar, don Juan Benito Blanco, don Lorenzo Pérez, don Manuel Vidal, don Manuel Oribe, y otros muchos que no recuerdo.” ([17]).

Iriarte mencionó asimismo que integraban la Comisión Directiva de los “Caballeros Orientales” Santiago Vázquez (quien la presidía), Juan (Francisco) Giró y Diego Benavente, y que cuando sus actividades comenzaron a trabajar por la independencia de la Provincia, el mismo Iriarte fue comisionado para hablar en Buenos Aires con Bernardino Rivadavia en búsqueda de apoyo ([18]). 

De Gandía (quien llamó a los Caballeros Orientales como los “Caballeros de la Libertad”), Arcos Ferrand, Fernández Cabrelli, Dotta Ostria, Flavio García y Lagomarsino Pezzali proporcionan una lista más amplia de estos “Caballeros”. Resulta de ello una amplia nómina de integrantes, a saber: Francisco Aguilar, Atanasio Aguirre, Agustín de Aldecoa, Julián Álvarez, Carlos de Alvear, Antonio Acuña, Francisco Solano Antuña, Francisco Araúcho, Rufino Bauzá, Diego Benavente, Silvestre Blanco, Prudencio Blanco, Juan Benito Blanco, Silvestre Blanco, Pedro Francisco Berro, Pedro Calatayud, Carlos Camusso, Ramón Castriz, Manuel Cifuentes, Domingo Costa, Domingo Cullen, Ramón Cullen, Antonio de Chopitea, Antonio Díaz, José Ellauri, León Ellauri, Rafael Ellauri, Román o Ramón de Acha, Cristóbal Echevarriarza, Manuel Errazquin, Baltasar Gayoso, Francisco Gil, Juan Francisco Giró, Pablo Giró, Roque Graseras, Tomás de Iriarte, Atanasio Lapido, Francisco Lecocq, Gregorio Lecocq, Pedro Lenguas, Ramón Masini o Massini, Agustín Murguiondo, Prudencio Murguiondo, Francisco Joaquín Muñoz, Pablo (o Pedro) A. Nieto, Francisco Oribe, Ignacio Oribe, Manuel Oribe, Gabriel Antonio Pereira, Gregorio Pérez, Lorenzo Justiniano Pérez, Luis Eduardo Pérez, José María Platero, Carlos de San Vicente, Rafael Sánchez Molina, Santiago Vázquez (o Vásquez), Ventura Vázquez (o Vásquez), Daniel Vidal, Manuel Vidal, Miguel Antonio Vilardebó, José Félix Zubillaga, Juan Zufriategui y Pablo Zufriategui ([19]). Nicolás Herrera (antiguo integrante de la Tercera Lautaro, pasado al bando de los portugueses y luego de los brasileños) afirmará que “Los que han permanecido a banderas desplegadas por la anarquía son los Vasquez, los Oribes, Juan Benito [Blanco], Aguilar, Gallego Diaz, Iriarte el hijo de la Somalo, Murguiondo, los bichos del Cavildo y varios Españoles del Cons.o que V. no lo creería. Ventura Vasquez e Iriarte son los emisarios q.e van y vienen de Bs Aires qe convinan sus planes con los corresponsales de ella…”; pero también identificó a “Lorencito Perez, Muñocito [Francisco Muñoz]” o a “Juan Benito Blanco, Lorencito Perez, Juan Giró”, calificándolos como “…los hombres mas picaros del país, y dirijidos pr. nuestro Dn Carlos Alvear que desde allá embia sus decretos y emisarios” ([20]). Otro integrante de los “Caballeros Orientales” fue Bernardo Prudencio Berro, quien se inició en esa sociedad juvenilmente ([21]).

No todos estos Caballeros eran “Orientales”. Benavente y los Vidal eran chilenos. Otros, como Alvear, Julián Álvarez, Iriarte y Sntiago Vázquez  (en realidad su apellido era “Vásquez”), eran argentinos. Aguilar, Camusso, Castriz, los Cullen, Díaz, Echevarriarza, Prudencio Murguiondo, Vilardebó, eran españoles (es menester precisar que había descontento entre los pobladores españoles de Montevideo con Lecor). Massini (o Masini) era de origen italiano.

De acuerdo a De la Sota y a Arcos Ferrand (transcribimos a este último), “De progreso en progreso, la sociedad fué tomando verdadero incremento, pues el número de sus afiliados, a estar a las indicaciones de De la Sota, llegó en poco tiempo a doscientos, ‘los más de ellos pudientes, gran parte de extranjeros, ingleses, españoles y franceses’” ([22]). En una carta del 13 de abril de 1823 dirigida a Lucas Obes, Thomas García de Zuñiga (“Syndico Procurador Geral do Estado Cisplatino”) caracterizó a estos como “aquellos mismos Españoles de Montevideo que estaban expatriados que volvieron a la plaza bajo la protección de las armas portuguesas, y que recibieron del Gobierno Portugues todos sus bienes que se hallaban confiscados por D.n Jose Artigas, son los mas entusiastas enemigos de la causa del Brasil que unidos á la faccion de los anarquistas ofrecen sus personas y bienes para hacer una guerra cruda á las Tropas Imperiales; y arrancar de la Confederación del Imperio esta Provincia, cuya ocupacion y conservacion ha costado tanta sangre y dinero á la Nacion Brasilica” ([23]).

Estos Caballeros Orientales también serían conocidos como “los Independentistas” ([24]) o “los Independientes”, porque así era su tendencia. Los “Caballeros Orientales” operaron desde la reserva mancomunando talentos de los más preclaros independentistas de la élite montevideana de entonces, resistiendo sordamente la ocupación portuguesa y luego la brasileña.

Muy activos pero solapados revolucionarios, en ese entonces muchos de ellos iban y venían a o desde Buenos Aires tendiendo nexos y haciendo preparativos, en pro de la causa oriental “patria”.

 

V. El panorama político en la Provincia Oriental o Cisplatina hacia 1821. Los Caballeros Orientales prosiguen sus “trabajos”, ahora con un nuevo propósito


Hacia el año 1821, el escenario político del Río de la Plata había cambiado drásticamente.

La temida expedición reconquistadora española se había frustrado al haberse desarticulado tras el Pronunciamiento del General Rafael del Riego (Las Cabezas de San Juan, cerca de Sevilla, 1º de enero de 1820). España ya no representaría más un peligro para la región.

El Directorio de Buenos Aires (en ese momento bajo José Rondeau -Pueyrredón había renunciado el 11 de junio de 1819-) había caído vencido por los caudillos artiguistas argentinos tras la batalla de Cepeda (1º de febrero de 1820), pero el Pacto o Tratado del Pilar que se firmó el 23 de febrero de 1820 entre Manuel de Sarratea, Estanislao López (santafesino) y Francisco Ramírez (entrerriano) desmarcó a estos dos últimos de José Artigas, e inauguraría en las Provincias Unidas una época de anarquía e inestabilidad institucional.

Aprovechando todo ese revuelo, y con sus ambiciones puestas en querer obtener el poder en Buenos Aires y las Provincias argentinas, Carlos María de Alvear cruzó desde Montevideo a Buenos Aires el 25 de marzo de 1820. La Sociedad de los Caballeros Orientales de Montevideo pasaría a quedar desde entonces bajo el liderazgo de Santiago Vázquez.

José Artigas, ya inútiles sus esfuerzos contra los invasores portugueses, derrotado por Francisco Ramírez y traicionado por Estanislao López, se retiraría el 5 de setiembre de 1820 al Paraguay. Los portugueses adquieren así el control sobre la Provincia Oriental.

Bajo la dominación portuguesa, en el Congreso Cisplatino, convocado por el Barón de la Laguna Carlos Federico Lecor (Le-Cor) y que sesionó en Montevideo con una camarilla digitada por él mismo entre el 15 al 31 de julio de 1821, el día 18 de julio de ese año se votó la anexión de la Provincia Oriental al imperio portugués, pasando a denominarse “Provincia Cisplatina” ([25]).

A pesar de ello, no se ocultaba que entre las clases dirigentes locales había cierto descontento contra las autoridades portuguesas: se consideraba que su dominio no había logrado traer la paz y la estabilidad que se precisaba para el desarrollo. En realidad, los lusitanos no habían logrado consolidar su poder en el territorio oriental. Controlaban las ciudades de Montevideo, Maldonado, Colonia, Soriano, San José, Florida y Guadalupe (ciudad de Canelones), pero no conseguían imponer su voluntad en la campaña, donde solían suscitarse ciertas resistencias provocadas por rebeldes “tupamaros”, como se les denominaba a esos levantiscos orientales. Los propios militares invasores se sentían extraños en el suelo oriental, además de que sufrían atrasos importantes en el pago de sus salarios. 

En este contexto histórico tan complejo y caótico, bajo la dirección de Santiago Vázquez los Caballeros Orientales incrementaron sus articulaciones secretas, y sus aspiraciones comenzarían a reperfilarse hacia una meta muy particular: la obtención de la independencia nacional o si se prefiere, de la Provincia Oriental, del dominio portugués, y la asociación a las Provincias argentinas a pesar de su inestable situación política.

Es necesario precisar que los Caballeros Orientales fueron una sociedad constituida exclusivamente por varones; como era normal en su época y en estas latitudes, especialmente en grupos que se reunían por la noche (propio de las sociedades secretas o discretas). Dicho sea esto, para desmitificar cierta errónea información de que estaba “integrada por hombres, aunque hubo también algunas mujeres” ([26]). Cierto es que hubo mujeres patriotas que hicieron mucho por la causa independentista, siendo María Josefa Oribe y Viana de Contucci (hermana de Manuel Oribe, y conocida en esa época como “Pepita la tupamara”) quien más se destacó por esos tiempos; pero ellas actuaban por su cuenta y esfuerzo, con gran valentía por supuesto, ocasionalmente colaborando con otras personas o requiriendo de ellas, pero jamás formando parte de los Caballeros Orientales ninguna de estas mujeres.

Una de sus primeras acciones fue tratar de enquistarse entre las autoridades del Cabildo de Montevideo, hacia 1821 netamente “pro-portugués”. Lo cual lograrían al año siguiente, 1822, “para emprender la obra de su libertad, poniendose de acuerdo…” ([27]).

Esta “pequeña facción de anarquistas de Montevideo”, “logia de anarquistas de Montevideo” o “una facción… dueña de los destinos de la Republica” logró colocar a sus miembros en el Cabildo de Montevideo, o en su caso captarlos para secundar los propósitos de los Caballeros Orientales. “La sociedad de Vasquez pudo influir en los Sres. Echevarriarza, Gabriel Pereyra, y Aldecoa…” ([28]). Los capitulares del Cabildo de Montevideo 1822 y del Cabildo de Montevideo de 1823, este último integrado por Manuel Pérez, Pedro Francisco Berro, Pedro Vidal, Luis Eduardo Pérez, Francisco Plá, Román de Acha, Francisco de las Carreras, Silvestre Blanco, José María Platero, Ramón Castriz y Juan Francisco Giró ([29]), se encontraban en su mayoría vinculados a los Caballeros Orientales.

En el año 1822 los Caballeros Orientales intensificarán desde Montevideo el esfuerzo independentista, intentando llevarlo hacia toda la Provincia y procurando aliados para su causa.

Data de este año de 1822 un manuscrito, que se conserva incompleto, de la “Constitucion Orgánica del Orden de Caballeros Orientales” ([30]). Evidencia que esta sociedad, sin ser masónica, tenía una organización parecida a las Logias de la Masonería: “era una sociedad secreta estructurada sobre el modelo de las asociaciones masónicas” ([31]).

El “Orden de Caballeros Orientales” se organizaba en esta “Constitución…” bajo una “Gran Sala” que reunía a todos los miembros que se conocían como “Compañeros”. La Gran Sala tenía como “Oficiales” a un “Presid.te, Vice Presidente, Orador 1º y 2º, Secretarios 1º y 2º; Tesorero y Ayudante, Archivero, Maestro de Ceremonias, y Supernumerarios, que por su merito ó servicios se crean convenientes” (que si bien se elegían por la Gran Sala, se extraían de las Cámaras), y sesionaba entre “Columnas”.  A su vez, la Gran Sala se dividía entre “Jóvenes” y “Cámaras”. La más importante de estas Cámaras era la “Cámara de Ancianos”, que con la “Cámara de Consejeros” formaba la “Cámara de Consejo”. Vale decir que la Sociedad u Orden de los Caballeros Orientales funcionaba bajo un sistema de tres grados: “Jóvenes” o “Caballeros”, “Consejeros” y “Ancianos”, siendo este último el de mayor nivel, con leves diferencias del sistema de tres Grados que ya previa el Estatuto de la “Sociedad Secreta de Amigos del País” de 1820 ([32]), y de dos Cámaras (la Gran Sala que reunía a todos, y la Cámara de Consejo que reunía a los Ancianos y Consejeros) semejante al esquema de la “pequeña Logia” y “gran Logia” con que actuaba la Logia Lautaro en sus diferentes épocas ([33]). Los integrantes de los grados inferiores desconocían quiénes integraban los grados mayores.

 

VI. Repercusiones del Grito de Ipiranga y de la creación del Imperio del Brasil como Estado independiente. Un cambio de rumbo para los Caballeros Orientales, y una oportunidad para activar una Declaración de Independencia en nuestras tierras


Un inesperado evento para estos lares traería nuevos rumbos a la acción de los Caballeros Orientales: la proclamación de la Independencia del Brasil tras el Grito de Ipiranga del 7 de setiembre de 1822 y la entronización de Pedro I como su Emperador (12 de octubre de 1822; sería coronado como tal más tarde, el 1º de diciembre de ese año). Ese acontecimiento generó partidarios y resistencias, y ello repercutió en la Provincia Oriental o Cisplatina que ahora pasaba a ser una Provincia del Imperio brasileño, inclusive entre los invasores.

Los militares ocupantes se dividieron en dos facciones, que inclusive llegaron a luchar bélicamente entre sí: 

a) por un lado, el grupo de pro-portugueses (partidarios de mantenerse bajo Portugal), liderados por el Brigadeiro Álvaro Da Costa, nucleados bajo la “Logia de los 19” o la “Logia de la Constitución” (creada por marzo de 1821) de la División o Cuerpo de Voluntarios Reales de El Rei o Talaveras, con base en Montevideo; y

b) los partidarios del Barón de la Laguna Carlos Lecor (quien optó por el Imperio brasileño), que se nuclearon cívico-militarmente como los “Hombres del Lazo Verde”, “Caballeros Comendadores de la Orden del Lazo Verde” o “los Imperiales” (Fructuoso Rivera, quien sería ennoblecido por el Imperio brasileño como “Barón de Tacuarembó”, formaría parte de los militares pertenecientes a estos últimos). Durante estos tiempos Lector debió retirarse a Guadalupe (Canelones) y luego a San José, desde donde intentó afianzar el dominio del Imperio.

Lecor se retiraría a la campaña y se instaló el 17 de setiembre en Guadalupe (actual ciudad de Canelones), con el propósito de afianzar su autoridad y desde allí hostilizar a Montevideo y a la facción pro-portuguesa. Mediante una Orden del 25 de setiembre, el Conselho Militar designó a Da Costa como Comandante Interino de la “División de Voluntarios Reales d'El Rey”, y se lo comunicó a Lecor, quien la rechazó el 27 de ese mes ([34]).  El 12 de octubre de 1822, el Barón de la Laguna Carlos Lecor declararía la anexión de la Provincia Cisplatina al Imperio de Brasil, aclamando a Pedro I como su Emperador. Las fuerzas portuguesas de los Voluntarios Reales de El Rei o Talaveras al mando del General Álvaro Da Costa, quien presidía el Conselho (Consejo) Militar (conocido como la “Logia de los 19” o la “Logia de la Constitución”) y leales a la corona portuguesa, no adhirieron la proclama lecorista y se hicieron fuertes en Montevideo. En enero de 1823, Lecor instalaría su gobierno con sus conmilitones en San José. 

El Cabildo de Montevideo y los Caballeros Orientales habían encontrado, ante esta división de los invasores, una oportunidad para articular con mayor ahínco su labor independentista. Al 19 de setiembre de 1822, el Cónsul General y Agente de Negocios de Brasil en Buenos Aires António Manoel Corrêa da Câmara, ya conocía que los “Membros do Club de Monte Video haviáo resolvido declarar a desmembraçáo de Monte Video com o Brasil para o unir no despois ás outras Provincias da Prata” ([35]).

Los miembros mas influyentes del cabildo se ha dicho anteriormente que estaban afiliados en el Club patriótico ([36]). Esto era importantísimo, por ser el cabildo, en virtud de los tratados celebrados en 1817, la única autoridad patria que los portugueses reconocian y con la que directamente se entendiesen. Tenian estos conocido interes político, cuyo alcance es facil comprender para llevar adelante la decepcion en aparentar deferencia al cabildo. Esta corporacion no limitaba su accion al egercicio de sus atribuciones municipales; en ciertas ocasiones funcionaba como cuerpo representativo.” ([37])

Por su parte Da Costa procuró el apoyo del Cabildo de Montevideo, haciéndoles entrever que podía verificarse la desocupación de la ciudad y que los orientales quedarían con el control del territorio ([38]). Esto daba esperanzas a la Sociedad de Caballeros Orientales, de que podía tener éxito su empresa emancipadora.

La sociedad de Caballeros Orientales de que yo era miembro, abrió sus sesiones y empezó a trabajar. Temíamos y repugnábamos tanto la dominación brasileña como la portuguesa, pero estabamos bajo la férula de éstos, y era de necesidad disimular nuestros conatos a la dominación.” Aunque estratégicamente se posicionaron más de los portugueses “porque estos estaban de tránsito; pues los brasileros ya se dejaba ver que, como vecinos continentales, aspiraban al dominio perpetuo.” ([39])

 /1822/

Pero mas tarde cuando el brasil se emancipó, ysobrevino la disidencia entre las tropas brasileras y portuguesas que ocupaban el territorio oriental, la sociedad renovó sus patrioticos trabajos y el Cabildo de Montev.o envió su primer comisionado (Iriarte) cerca del Gob.no de B.s Ayres endemanda de auxilio yproteccion.” ([40])

Ante tal división de los militares de la ocupación, los Caballeros Orientales encontraron una oportunidad para activar su propósito independentista, e intentaron en los años 1822 y 1823 capitalizar estas desavenencias entre Lecor y Da Costa (quien se mantendría fiel a la Corona portuguesa desde el Conselho Militar y desde la Divisáo dos Voluntarios Reaes d'ElRei em Montevideo”).

Santiago Vázquez convocará a todos los Caballeros Orientales para pronunciarse contra el Imperio ([41]), levantándose así una gran efervescencia libertadora. Un suelto del 22 de octubre de 1822 promovió la convocatoria a un Cabildo Abierto en Montevideo para “acordar la forma de gobierno, que afiance la seguridad individual, la de la propiedad, y haga poner en vigor los derechos usurpados á los dignos orientales, por una faccion que dirijió la reunion de un congreso nulisimo en todas sus partes” ([42]).

Desde Buenos Aires, Alvear formula a Santiago Vázquez en noviembre de 1822 algunas recomendaciones, aconsejándoles pedir ayuda en Argentina a través de Tomás de Iriarte, apoyarse en los españoles montevideanos descontentos, en la División de Voluntarios Reales portugueses y en los elementos de la campaña ([43]). Había una posibilidad de que el gobierno de Buenos Aires pudiera auxiliar en cuanto no comprometiera su tranquilidad, y esto inspiró aliento a los Caballeros Orientales ([44]).

Los Caballeros Orientales mantuvieron cordiales contactos y relaciones armónicas con el llamado “Club” o “Logia de los Diecinueve”, el grupo de oficiales portugueses liberales y constitucionalistas de la División de Voluntarios de El Rei ([45]) liderados por Álvaro Da Costa, contando con que éstos no se opondrían a los trabajos de los Caballeros Orientales ([46]).  A su vez, Da Costa se apoyaba en los Caballeros Orientales. De hecho se sostenían mutua y coyunturalmente atendiendo intereses comunes (Manuel Oribe, integrante de los Caballeros Orientales, había obtenido el grado de Sargento Mayor del Brigadeiro o General Álvaro da Costa, integrante eventual del “Club de los Diecinueve”, y peleó bajo sus órdenes durante los diferendos entre Da Costa y Lecor). Nos cuenta Anaya que:

El Gral. D. Albaro [Da Costa], no podía expedirse sin la cooperación de los Patriotas Orientales que encerraba Montev.o, y aprovechando la ambicion del nunca olvidado D. Santiago Vazque [sic] que se hallaba allí desterrado de B.s A.s y otros patriotas amigos, apoyados del Cabildo, levantaron su eco de libertad é independencia á la Sombra dela fuerza de D. Albaro da Costa, uniendose á sus resistencias, y que les brindaba la ocacion de ver fraccionada la fuerza Estrangera. Asi fue que abrazaron la grra. contra Lecor p.a luego sacudirse de ambos dominadores, poniendo á su cabeza al Sargento Mayor, entonces, el muy Valiente D.n Man.l Oribe, que hizo progresos con su Espada.” ([47]).

Paralelamente, procuraron los Caballeros Orientales contactar el apoyo de las provincias argentinas enviando como emisarios a Tomas de Iriarte y a Ventura Vázquez a Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, intentando contactos logiales. Nos enseña De la Sota:

Trascendida la convinacion y aclamación de D. Pedro 1º Emperador y Defensor Perpetuo del Brasil los Caballeros Orientales entraron en correspondencia con el Gob.no de B. Ay.s y en relación con la Lojia Arjentina, tentando los medios de unirse á la Carbonaria á que pertenecía el Consejo Militar, con el objeto de sobreponerse á la influencia de la Brasilera. Fue entonces pronunciada y pública la opinión del Gral. Argentino, que se hallaba emigrado en Montev.o D. Carlos Maria de Alvear…, la de los SS. D.n Santiago y D. Bentura Vazquez, D. Manuel y D. Ignacio Oribe y D. Juan Benito Blanco, Orientales, la de D. Fran.co Aguilar, Canario: la de Ant.o Diaz y de Prudencio Murguiondo Españoles y la de D. Tomas Iriarte: siendo este y D. Bentura Vazquez con    los que iban y venían de Buenos Ay.s p.a la convinacion delos planes de la sociedad de Orientales.

Ella pudo influir en el Cabildo de Montevideo y hacer que los SS. D. Cristobal de Echevarriarza, D. Gabriel Pereyra y D. Agustin Aldecoa escribiesen un papel contra la conducta del Gral. Lecor que publicado por la prensa fue delatado por alg.os al Intendente D. Juan Jose Durán, como anarquico y capaz de comprometer la seguridad del pueblo. Puesto en conocimiento de Lecor, pidió al Cabildo explicarse el concepto y sentido de sus espresiones. El Cabildo se negó á hacerlo, pues ya se hallaba dispuesto á sacudir la dominacion extranjera” ([48]).

De este modo, Iriarte se reunió con Bernardino Rivadavia (en aquel momento Ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores del gobierno de Buenos Aires), quien tenía vivas simpatías por la causa de la reincorporación oriental; una declaración del gobierno de Buenos Aires de apoyar la independencia oriental había inspirado ánimos al “Club de los Caballeros Orientales” ([49]). Intentaron también conseguir el apoyo del entonces Gobernador de Entre Ríos Lucio Mansilla ([50]).

Pero Rivadavia ponderaba el riesgo de que apoyar a los orientales era todavía apresurado, y que significaría exponerse a romper con Portugal y el Brasil cuando no estaba aún vencido el poder de los españoles; esta política de prudencia era acompañada por el Ministro de Hacienda Manuel José García y el Gobernador de Buenos Aires Manuel Rodríguez.

Rivadavia mostró al coronel Iriarte sus sentimientos personales, le significó que el Gobierno argentino no podía asumir la responsabilidad de un paso como el que se le pedía mientras los orientales no instituyeran una autoridad con poderes bastantes para proponer y acordar la reincorporación, pues el Cabildo actual no los tenía; y, propendiendo á facilitar el resultado, agregó que si el brigadier da Costa entregaba la plaza al Cabildo y éste se unía á los propósitos de los ‘Caballeros Orientales’, en tal caso tropas argentinas pasarían á ocupar la ciudad de Montevideo. Rivadavia autorizó al coronel Iriarte para que propusiera esto mismo al brigadier da Costa y le ofreciera para él y sus tropas buques de transporte hasta Europa, corriendo los gastos de viaje por cuenta del Gobierno de Buenos Aires.”; “La sociedad secreta y el Cabildo recibieron con desaliento la respuesta de Rivadavia, por lo difícil que creían satisfacerla. Pero intentaron allanar las dificultades. Se dirigieron á varios jefes y otras personas influyentes de la campaña incitándoles á que se rebelaran contra Lecor, y se empeñaron con algunos portugueses de la ciudad porque decidieran á la Junta militar presidida por don Alvaro [da Costa], á verificar la entrega de las llaves como término de la ocupación provisional. Fueron ineficaces estos pasos, no obstante haber motivado la sublevación de Juan Antonio Lavalleja y una parte de las fuerzas que mandaba.” ([51])

En sendas cartas del 18 de noviembre de 1822 y del 25 de noviembre de 1822 de Iriarte y Alvear a Santiago Vázquez, éstos le hacen saber que Buenos Aires no había decidido la prestación de ayuda a la Provincia Oriental atendiendo a que “no havia necesidad de atropellarse con riesgo de correr el albur de una espantosa anarquía” y a que se había actuado precipitadamente ([52]). Por su parte, Lucio Mansilla entendió que si bien Entre Ríos debía coadyuvar, recomendaba a los orientales por el momento “Dejad llenar la medida; aun no es tiempo de sacar todavía la espada” ([53]). El Consejo Militar de Montevideo filoportugués presidido por Da Costa consideró la proposición, pero contestó que no podría resolverlo sin consultar a Lisboa y que mantendría la ocupación hasta que llegaran las instrucciones ([54]). En carta del 25 de enero de 1823, Silvestre Blanco reconocerá a “Gerónimo Alcalá” (Bernardino Rivadavia) su apresuramiento ([55]).

Fogonear los propósitos de independencia no estaba resultando sencillo, porque no se concretaban apoyos concretos, internos y externos, de importancia. Un escrito satírico de quien se identifica como “El Brujo enemigo de indirectas” festejaba el poco éxito de los Caballeros Orientales:

Hermano mio ¿tu sabes lo que has hecho? ¿Sabes en que verenjenal te has metido? ¿Dime, eres loco ó diablo? ¿Es posible que aquel tino que has manifestado siempre con el compas en las manos, en todas nuestras reuniones, haya venido abajo con tu disparatado papelucho? Reflexiona, y verás, que has echado por tierra nuestro plan añejo, y gran secreto. Faltastes á la circunspección exterior, tan encargada en nuestro código, y lo peor es, que han pintado tal cual es el carácter de todo nuestro respetable club. ¡Quien al leer tu maldita conversacion no dirá esta es una obra neta y netisima de los pobretones duendes, que handan buscando donde vestirse? Quien viendo el modo bajo con que alabas á la división, y Vicentinos no, exclamará: sape gato, que estas papas queman; que lo diga el Hervidero, nuestras bolsas, y la cárcel (ya tu sabes lo que hemos hecho.)

¿Dime hermano de dos mil demonios, te parece bien esto para la logia? ¿Podria hacer mas un enemigo? No creas que son cavilaciones de tu amigo el brujo, te lo digo por que lo he oído á muchos, y saben que siempre he sido un hermano de los mas zelosos por nuestro proyecto. No es discreción manisfestar las cosas como tu lo haces pan, pan: ya se acabó ese tiempo, es menester hacerlo piar, pianito, con sigilo, y como quien no quiere la cosa, usar con frecuencia de las seductoras palabras, derechos de la Provincia, patriotas, patriotismo, sino todo, todo se lo llevó el diablo; los que tienen, se quedarán con lo que tienen,y nosotros siempre seremos piojosos.

A que viene aquello de dar cruces á troche y moche, sin tener presente dos circunstancias que hai en el caso; la una es, que muchas de las cruces que das por burla, pueden ser deveras, y tu, yo, y toda la logia nos quedarémos con la boca abierta diciendo, a-ma-laya, y teniendo que sufrir nos las refreguen por nuestros redondos hocicos. Es menester que hablemos en plata, esto es derecho viejo, como dicen los paisanos; para tocar estas materias debemos tener presente que también nosotros hemos sido dados por titulos y cruces; que hai hermanos que la lograron, y sino las hubiéramos perdido en puertas, la logia se hubiera vuelto calvario: acuérdate de nuestro siglo de oro, cuando pensó coronarse el nuestro nunca bien ponderado Maestre del general Orian, que hubo uno de los hermanos, que aspiró á ser duque y por eso le quitaron aquel maldito baston que siempre entraba á vanguardia por las cajas; la segunda parte que siempre es la mas lastimosa, es que estoi viendo que de resultas de tu cruzamiento nos pueden cruzar el cuerpo, y hacernos decir, tio yo no he sido, y nos quitarán las ganas de conversar.

Estos son los sentimientos de un amigo que te estima, que tiene tus mismas ideas, pero que quiere nos las traslusca el público como son, sino como queremos las crea. Todavia me acuerdo que por algunos hermanos como tu de poca espera, y poco seso, tuvimos que salir matando de Buenos Aires: estos malditos manifestaron antes de tiempo nuestro gran secreto cometiendo muchachadas, y aquel pueblo que no aguanta pulgas, y ha amado siempre sus derechos nos echó rodando: ahora que hemos tenido la suerte de llegar á uno que en la tolerancia se asemeja á el marido de la cabra, no debemos abusar, porque también estos animalitos, topan cuando se les hostiga.

El Gran Maestre [Santiago Vázquez] ha recibido noticias de oficio del encargado de negocios, que despachamos á Buenos Aires y parece que nada sacamos, por ella veremos lo que resulta de lo que remitimos por el despacho: Duende, Duende más te vale estar duermes; hai ciertas cosas como tu bien sabes que cuanto más se revuelben, más hieden, ya has visto á el rolliso como nos ha sacado nuestras primeras camisetas á el viento; todo por tu imprudente y frio insulto: hai muchos hermanos que no han podido chupar el tabaco de puro fuerte; toda la lógia está contra ti, y sino todos te lo dicen, es, porque no te aman con la ternura del brujo: este quiere que allá entre tu levita, conoscas, que has hecho mal, y no vuelvas á conversar porque no lo entiendes; mira, para escribir en nuestras cacas, porque hai gente que nos conocen, y al pasar se tapan las narices.

Yo espero, que pesando bien mis razones no me vuelvas á dar el trabajo de otro sermon, pues entonces no me subscribiré como ahora tu hermano y amigo.- El Brujo enemigo de indirectas.” ([56])


Esto no desanimó a los Caballeros Orientales y al Cabildo de Montevideo (cuyos más influyentes miembros pertenecían a los Caballeros Orientales). Y continuaron con sus articulaciones en pro de lograr la Independencia del suelo oriental.

Rivadavia, dentro de la prudencia con que hasta ese momento había sabido manejarse ante la coyuntura, había recomendado a Tomás de Iriarte que solicitaran a Da Costa el retiro de Montevideo, que si éste entregaba la Plaza al Cabildo y si éste estaba alineado con los Caballeros Orientales, las tropas argentinas podrían entrar en Montevideo; inclusive estaba la posibilidad de que Buenos Aires podía ofrecer transporte para el retiro de las huestes portuguesas. La propuesta era difícil de que pudiera cumplirse, pero había que intentarlo. Los Caballeros Orientales y el Cabildo decidieron articular voluntades para que Da Costa accediera ([57]).

El Cabildo de Montevideo confiaba en que Álvaro da Costa, ante la alternativa de que tuvieran los leales a Portugal que retirarse del Río de la Plata, les entregaría al irse el territorio de la Provincia libre e independiente ([58]). Se dice que Da Costa veía con buenos ojos entregar la Plaza, aunque esperaba recibir instrucciones del Rey de Portugal al respecto ([59]). Los Capitulares se pusieron así de su lado, pero se desconfiaba en el fondo de que Da Costa pudiera o quisiera cumplir efectivamente ese compromiso. ¿Pero qué otra alternativa había aparte de confiar, ante el cerco que desde Canelones el Barón de la Laguna Carlos Lecor estaba poniendo a Montevideo?

La situación auguraba una oportunidad para el Cabildo montevideano, pero la ocasión no se planteaba sencilla para sus intereses emancipadores.

Este temia dar un paso falso y avanzado que lo comprometiese con las autoridades portuguesas, bajo cuyas bayonetas se encontraba cohartado; pero tampoco podia conformarse con la inaccion en coyuntura tan propicia.” ([60])

El 22 de Octubre de 1822 apareció una proclama anónima en que se alentaba a los orientales, ante la separación del Brasil de Portugal, a sentirse libres y a convocar a un Cabildo Abierto con el fin de “acordar la forma de gobierno que afiance la seguridad individual, la de la propiedad, y haga poner en vigor los derechos usurpados á los dignos orientales...”, uniéndose a Buenos Aires, lo cual podrían convenir los militares portugueses al mando de Da Costa. Era la oportunidad de emanciparse:

 

Calle Esparta la inmortal,

Oculte sus glorias Roma,

Calle el mundo, que ya asoma

La República Oriental.([61])

 

Desde Buenos Aires, António Manoel Corrêa da Câmara, Cónsul y Agente de Negocios do Brasil en Buenos Aires, informaba a Río de Janeiro con horror las actividades de los Caballeros Orientales en ambas márgenes del Plata entre los años 1822 y 1823, a quienes denominaba “Carbonarios” o “Club carbonario”, sobre sus “Projectos mais escadalozos, e absurdos”, denunciando toda una red supuesta internacional de conspiraciones: “O grande Oriente carbonario da Bahia trabalha com os clubs de Rio e de Monte Video e a Grande Loja de Buenos Ayres para levantar o Brasil contra o systema actual”, “para o unir no despois ás outras Provincias da Prata”, alentada por los “Incendiarios 19 carbonarios”, y maniobrada por “os dous Irmaòs Santiago Basques e Ventura Basques de Monte Video e Agentes Activissimos da Cabala Militar” ([62]).

Increíblemente, el Cónsul brasileño en Buenos Aires Corrêa da Câmara tenía un hermano, Lourenço Jozé Correa da Camara, que era “Capitáo Graduado nos Dragoens desta Provincia” ([63]) y era antilecorista. Una curiosidad: el día 6 de noviembre de 1822 Herrera da cuenta que “…el Barón [Lecor] ha recibido dos cartas del Sr. Consul de Bs  Ay.s  en la una le dice que se guarde mucho de un Carbonario, asesino y malvado qe está en el Quartel Gral. acá para matarlo; y que este Carbonario es ¿Quién le parece que es él? Un Cap.n hermano del mismo Consul, qe esta en el Reg.to de Marques” ([64]).

El 16 de diciembre de 1822 el Cabildo montevideano, ante este vacío de poder donde Portugal ya no ejercía su dominio y mientras Pedro I de Brasil no había todavía afianzado su imperio, proclamó que no obedecería más a Lecor, desconoció al Síndico Procurador General Tomás García de Zúñiga, y se atrevió a convocar una Asamblea de Diputados para determinar sobre el destino de la Provincia, preparando una posible separación de la Provincia Oriental respecto al Brasil ([65]). Comunicó el Cabildo su decisión a Lecor y al Consejo Militar presidido por Da Costa (esperando que este segundo no se opusiera). El 18 de diciembre de 1822 Da Costa envía una respuesta instando al Cabildo a que “delivere lo que mejor parezca, aunque hubiera deseado obraran conforme a las ‘Bases de la Constitución Portuguesa’”, mientras que Lecor el día 21 de diciembre respondió rechazando tal iniciativa ([66]). Esta convocatoria fracasó y no se llevó a cabo ([67]). El 7 de enero de 1823 Lecor desconoció a las nuevas autoridades electas de ese año para el Cabildo de Montevideo, declarando nulos y sin ningún valor todos sus actos y acuerdos, a la par que exhortaba a los civiles y militares a la desobediencia contra el mismo ([68]).

Mientras tanto, los Caballeros Orientales insistían solicitando auxilios a Buenos Aires y a Santa Fe. El 26 de diciembre de 1822 un buen número de importantes ciudadanos orientales solicitó a nombre personal el auxilio del gobierno de Santa Fe, dirigiendo una nota al caudillo y Gobernador Estanislao López; vemos en la Lista los nombres de connotados Caballeros Orientales ([69]).  El “club de patriotas de Montevideo, en unión con el Excmo. Cabildo nombraron Diputados cerca de los Gobiernos de Buenos Aires y Santa Fé, por moción del señor [Gabriel Antonio] Pereira para pedir una protección armada para la libertad Oriental”, designándose y enviándose a Gabriel Pereira, Santiago Vázquez y a Cristóbal Echevarriarza para Buenos Aires (recordemos que ya Tomás de Iriarte y Ventura Vázquez estaban moviendo contactos en Buenos Aires), y a Luis Eduardo Pérez y a Domingo Cullen para Santa Fe. Aunque los resultados de estas gestiones continuaron siendo estériles:

Don Gabriel y su compañero trabajaron empeñosamente, pero experimentaron esperanzas sin fruto y dificultades invencibles por hallarse la primera Capital en acuerdos con el Brasil de guardar una estricta neutralidad respecto al Estado Oriental.

Otro tanto sucedió á los comisionados en Santa Fè, porque ambos Gobiernos profesaban iguales principios de neutralidad” ([70]).

Se generó una activa Prensa pro-independentista, que intentaba formar conciencia y convencer a una opinión pública todavía indecisa. Conforme a De la Sota, “Los Caballeros Orientales se apropiaron entonces la imprenta, y con los escritos que desparramaban por la campaña, la disponían á la independencia” ([71]). Se asocia a los Caballeros Orientales con la publicación de algunos periódicos agitadores por la causa independentista entre 1822 y 1823, como La Aurora y El Pampero (1822-1823), dirigidos por Antonio Díaz y Santiago Vázquez respectivamente, periódicos de resistencia y de corta vida impresos en la Imprenta de Torres ([72]). En 1823 apareció El Aguacero (1823), que se ubicaría en una línea opositora a los Imperiales, aunque disidente con las de La Aurora y El Pampero; no obstante, Herrera comunica a Obes el 3 de agosto de 1822 que “…los autores del aguacero son Vasquez, el Gallego Díaz, y Juan Giró, en que hace los quartos de timon el Dr. Muñoz” e involucra también a “Estos hombres con Antuña y demás auxiliares…”, a quienes califica de “sabandijas venenosas” ([73]). Esta prensa arreció duramente contra los partidarios de Lecor, alarmando a Herrera quien informa el 1º de mayo de 1823 que “…siguen los periódicos cada vez con mas insolencia” ([74]), todo con el beneplácito de Álvaro da Costa y del Consejo Militar pro-portugués: “…este Gefe y el Consejo protegen abiertamente á los Independentistas, como se ve de las nubes de papeles incendiarios que salen diariamente de aquella Imprenta” ([75]). A su vez, entre 1822 y 1823 arreciaron libelos contra Lecor y sus partidarios.

Entre los días 25 de febrero y 7 de marzo de 1823 varios empresarios comprometieron sus bienes en garantía al Comercio de Buenos Aires, procurando recursos para la causa libertadora. En la Lista figuran Manuel Pérez, Pedro Berro, Pedro Vidal, Francisco Aguiar, Fermín Plá, Silvestre Blanco, Ramón Castriz, Juan Francisco Giró Giró, Gabrial Antonio Pereira, Luis Seoane, Luis Lamas, José María Roo, Juan Méndez Caldeyra, Santiago Maza, Gregorio Lecocq, Francisco Lecocq, Pablo Vázquez, Miguel Furriol y Francisco Muñoz ([76]).

Los portugueses y brasileños se enfrentaron en las afueras de Montevideo, verificándose algunas acciones armadas entre ellos. El 17 de Marzo de 1823 se encontraron en Casavalle las vanguardias de las fuerzas brasileña y portuguesa, comandadas respectivamente por Fructuoso Rivera y Manuel Oribe, de cuyo choque sangriento “resultó que el primero perdiera 50 hombres muertos y heridos, y 7 oficiales y 150 soldados pasados á las fuerzas del segundo, cuyas pérdidas fueron mínimas relativamente.” ([77])

En la Provincia Oriental los Caballeros Orientales obtuvieron el apoyo de importantes caudillos y jefes militares en la campaña, caso de Juan Antonio Lavalleja, quien según Herrera, “Este pobre Diablo se dejó seducir de Santiago Vasquez y sus alateres [sic]”, sin perjuicio de los apoyos que mantenían con el Consejo Militar portugués: “La revolución que activan Alvear y los Vasquez á la sombra del Consejo Militar y contando con los Otorgueses, Fragatas, Yupez, Ojedas, Lavallejas, y demás grandes desertores Patriotas” ([78]). Y por supuesto Leonardo Olivera se pronunció a favor de la causa independentista ([79]). Lavalleja no pudo actuar mucho: perseguido por Rivera, debió huir a Entre Ríos perseguido por Rivera, donde estableció un saladero ([80]).

El 25 de marzo de 1823 se suscitó en el Norte del país un conato revolucionario liderado por Pedro Amigo, antiguo oficial artiguista, que fue aprehendido por las fuerzas de Lecor. Llevado a Canelones, Pedro Amigo fue sometido a juicio sumario. A pesar de la heroica defensa de Joaquín Suárez (que sin ser abogado era un vecino muy respetado y ejerció ese papel porque entonces era permitido -aparte, nadie quería ser defensor de Pedro Amigo, por lo que éste debió implorarle a Suárez que abogara por él-), quien aprovechó para cantarles en su alegato a las autoridades militares brasileñas cuatro frescas y decirles lo que pensaba de ellos, Amigo sería condenado a muerte el 20 de agosto de 1823, siendo fusilado ([81]).

La “Sociedad secreta de Caballeros” solicitó inclusive en abril de 1823 el apoyo y protección de Simón Bolívar, aunque éste no les prestó mayor atención ([82]).

El 6 de mayo de 1823, a través del Cabildo de Montevideo los Caballeros Orientales intentaron convencer a Fructuoso Rivera de plegarse a los esfuerzos de emancipación, obteniendo de éste una respuesta denegatoria el 19 de junio de ese año ([83]). Recién el 29 de abril de 1825 en que sería convencido (u obligado, al respecto difieren las versiones) por Lavalleja (episodio que pasó a la Historia como el “Abrazo del Arroyo Monzón”), aquél apoyaría la causa oriental.

Buenos Aires finalmente comisiona por julio de 1823 al lautarista Valentín Gómez ([84]) la negociación de la devolución de la Provincia Oriental con la Corte imperial de Río de Janeiro, quien presenta el 15 de septiembre de 1823 una reclamación ante las autoridades brasileñas, la cual será desestimada. Además, se celebró el 4 de agosto de 1823 una Convención de los gobiernos de Santa Fe y Entre Ríos relativa a la situación de la Banda Oriental, donde se resolvió prestar ayuda ([85]), pero no trasuntó en un concurso militar.

Una Ley del Congreso de Buenos Aires del 14 de octubre de 1823 había autorizado al Gobierno de Rivadavia a negociar con Álvaro da Costa la entrega de la ciudad de Montevideo. Pero Da Costa había adoptado un proceder muy errático, que despertaba resquemores. Algo tramaba. El Cabildo de Montevideo había tomado conocimiento de que Da Costa estaba negociando con el Barón de la Laguna Carlos Lecor una eventual entrega de la Plaza de Montevideo a los brasileños. Intentando comprometerle, los Capitulares exigieron a Da Costa que entregara al Cabildo la ciudad de Montevideo y el territorio de la Provincia, y que se favoreciera la entrada de las tropas de Buenos Aires.

Había una sensación de incertidumbre ante una coyuntura en que había que adoptar definiciones. Era necesario hacer algo.

 

VII. La reunión del Cabildo de Montevideo del 29 de octubre de 1823 


El 29 de octubre de 1823 el Cabildo de Montevideo se reunió en sesión extraordinaria en su Sala Capitular. Afuera, en la Plaza Matriz, los vecinos querían saber de qué se trataba. Se leyó un oficio de Álvaro da Costa en donde éste daba cuenta al Cuerpo Comunal, palabras más palabras menos, que su propósito era mantener la tranquilidad y orden conforme a las instrucciones y órdenes que el Rey de Portugal habría proveído para la Provincia, cuya intención era poner paz y evitar el choque entre las tropas europeas y brasileñas, y que haría cuanto estuviera a su alcance para ello, expresando que sólo fomentaría la guerra si permitiera la entrada de tropas de Buenos Aires, agravando males que podrían solucionarse conciliatoriamente. El Cabildo manifiesta su sorpresa de esta renuencia de Da Costa “desentendiendose aquel Gefe de la entrega de la Plaza á esta Autoridad”, manifestando su protesta ante posibles negociaciones con el Barón de la Laguna Lecor con el propósito de dar la plaza a las tropas brasileñas bajo promesa de que se garantiría indemnidad, cuando la reacción del Cabildo era querer ponerse bajo la protección del gobierno de Buenos Aires ([86]). E invocando “los poderes que sus comitentes le otorgaron p.r el acto de su elecci.n en 1.° de enero del cor.te año: que la Prov.a toda, tomándose la voz de la Campaña por el estado de opresion en q.e ella se encuentra”, y “q.e la mõr parte de este vencidario pedia con instancia, q.e p.r este Cuerpo se hiciesen las protextas, q.e contra los actos violentos de las fuerzas brasileras en la Campaña, haría el mismo, sino se hallase hoy en iguales circunstancias q.e aquella; y haciendo referencia de la arbitrariedad y nulidades con q.e se había formado el Congreso provincial de 1821; después de una ilustrada y madura discusion, acordó S.E. [su Excelentísimo] por unanimidad de votos” ([87]), una declaración muy importante y contundente para los destinos del territorio oriental.

 

VIII. El texto de la Declaración de Independencia del 29 de octubre de 1823

La resolución de fecha 29 de octubre de 1823, aprobada por los representantes del Cabildo de “la Ciudad Capital de S. Felipe y Santiago de Montevideo” en su Sala Capitular, manifestó:

1º Que declara nulo, arbitrario y criminal el Acto de Incorporación á la Monarquía Portuguesa sancionado p.r el enunciado Congreso de 1821 ([88]), compuesto en su mayor parte de Empleados Civiles al sueldo de S.M.F. ([89]), de personas condecoradas p.r él con distinciones de honor ([90]), y de otras colocadas previamente en los Ayuntamientos p.a la seguridad de aquel resultado.

2º Que declara nulas y de ningun valor las actas de Incorpora.n de los Pueblos de la Campaña al Imperio del Brasil, mediante la arbitrariedad con q.e todas se han extendido por el mismo Baron de La Laguna y sus Consejeros ([91]), remitiendolas á firmarse por medio de gruesos destacamentos de tropa q.e conducian los hombres á la fuerza á las casas capitulares, y suponiendo ó insertando firmas de personas q.e no existían, ó q.e ni noticia tenían de estos sucesos, p.r hallarse aus.tes de sus casas.

3º Que declara: q.e esta Prov.a Oriental del Uruguay no pertenece, ni debe, ni quiere pertenecer á otro Poder, Estado, ó Nación q.e la q.e componen las Prov.s de la antigua Union del Rio de la Plata, de q.e ha sido y es una parte, habiendo tenido sus diputados en la soberana Asamblea grãl Constituyente desde el año 1814, en q.e se substrajo enteramente al dominio español europeo.

Y p.r ultimo q.e sin perdida de instantes, mediante el inminente peligro en q.e la Plaza se encuentra, se pasáran copia de esta Acta certificada p.r la misma Corporacion al Exmõ Gobierno de Buenos Ayres, acompañando las ultimas comunicac.s habidas con el Gefe del exto portugues, y la q.e ahora debe dirigirsele, con mas los documentos q.e acreditan la legitimidad de este cuerpo Representante, y las facultades conq.e se halla p.a la extension de este acuerdo, que firmó S. E., conmigo el Escribano, de q.e doy fé.

Man.l Perez  – Pedro Fran.co de Berro – Pedro Vidal – Fran.co de las Carreras – Silvestre Blanco – José Mar.a Platero – Ramon Castris – Juan F. Giro

 

Luciano de las Casas

Esc.o pop.o dela C.d” ([92])

 

IX. Consideraciones sobre la Declaratoria de Independencia proclamada por el Cabildo de Montevideo del 29 de octubre de 1823

¿Qué representatividad tenían los firmantes de la Declaratoria de Independencia del 29 de octubre de 1823, como autoridades del Cabildo de Montevideo, respecto a toda la Provincia Oriental? No cabe duda de que respecto a los habitantes de Montevideo la poseían, por cuanto eran las autoridades elegidas legítimamente por los vecinos el 1º de enero de 1823. Respecto al resto del territorio, podríamos sostener que de alguna forma el Cabildo asumía oficiosamente el sentir de “la Prov.a toda, tomándose la voz de la Campaña por el estado de opresión en q.e ella se encuentra” ([93]) debido a que su querer estaba coartado, y sus Cabildos se encontraban presionados, por las fuerzas de ocupación extranjeras; voluntad que posteriormente sería ratificada por la Honorable Sala de Representantes de (toda) la Provincia Oriental, el 25 de agosto de 1825. Consideramos entonces, que el Cabildo de Montevideo de 1823 tenía peso y respaldo virtual suficiente como para poder expresar la voluntad independentista del pueblo oriental.

Existen claras semejanzas de texto entre la Declaración de Independencia del 29 de octubre de 1823 y las Leyes de Independencia y de Unión del 25 de agosto de 1825; lo que evidencia que la primera fue el antecedente documental inspirador de estas dos últimas.

La Declaración de 1823 declara en sus numerales 1º y 2º “nulo, arbitrario y criminal”, “nulas y de ningún valor”, el “Acto de Incorporación a la Monarquía Portuguesa” estipulado en el Congreso Cisplatino, y “las actas de incorporación de los Pueblos de la Campaña al Imperio del Brasil, remitiéndolas a firmarse por medio de gruesos destacamentos de tropa que conducían los hombres a la fuerza…”, recordando que desde ya antes de esos sucesos eran libres porque se habían sustraído “enteramente al dominio español europeo” (numeral 3º) y estaban ahora recuperando su libertad primigenia. De modo similar, la Ley de Independencia de 1825 (art. 1º) declaró “írritos, nulos, disueltos y de ningún valor para siempre, todos los actos de incorporación, reconocimientos, aclamaciones y juramentos arrancados á los pueblos de la Provincia Oriental, por la violencia de la fuerza unida á la perfidia de los 'intrusos poderes de Portugal y el Brasil”, declarándose (art. 2º) “de hecho y de derecho libre é independiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil, y de cualquiera otro del universo…” ([94]).

Asimismo, el numeral 3º de la Declaración de 1823, en cuanto declara “que esta Provincia Oriental del Uruguay no pertenece, ni debe, ni quiere pertenecer a otro Poder, Estado, o Nación que la que componen las Provincias de la antigua Unión del Río de la Plata, de que ha sido y es una parte, habiendo tenido sus diputados en la soberana Asamblea General Constituyente desde el año 1814, en que se sustrajo enteramente al dominio español europeo” ([95]), nos recuerda a la Ley de Unión o de Anexión a las Provincias Unidas del Río de la Plata del 25 de agosto de 1825 al declarar ésta que “que su voto general, constante, solemne y decidido, es y debe ser por la unidad con las demás Provincias Argentinas á que siempre perteneció”, “por ser la libre y espontánea voluntad de los pueblos que la componen, manifestada por testimonios irrefragables y esfuerzos heroicos desde el primer período de la regeneración política de las Provincias”.

Podría decirse, como después de todo se criticó a la Declaración del 25 de agosto de 1825, que la Declaración del 29 de octubre de 1823 no era una proclamación de Independencia absoluta ni verdaderamente excluyente “urbi et orbi”, ya que la Provincia Oriental había aceptado anexarse a las Provincias Unidas con gobierno en Buenos Aires. Eso merece una contestación.

Toda independencia implica autonomía de la voluntad no solamente para disponer sin rendir cuentas ni pedir autorización a nadie, sino también para querer obligarse o elegir un destino. La libertad implica poder determinarse, tanto para seguir un camino propio como para vincularse o unirse a quien se desee. Aspirar a unirse a las Provincias Unidas del Río de la Plata era en aquel momento, la expresión de la voluntad inequívoca y libre de la Provincia Oriental. No quepa dudas de que la voluntad de querer unirse a las Provincias argentinas era entonces, una clara manifestación de señorío soberano y libérrimo, porque era espontánea y no estaba condicionada ni intervenida, de lo que querían verdaderamente hacer los orientales.

Esta entusiasta agitación emancipadora, empero, no pudo durar mucho. El 18 de noviembre de 1823 Carlos Lecor (para ese entonces, nombrado Vizconde por Pedro I del Brasil en mérito a sus servicios para mantener a la Provincia Oriental o Cisplatina bajo el Imperio) y Álvaro da Costa lograron un acuerdo que permitiría el regreso de éste y de sus tropas a Portugal. Da Costa informó el día 21 de noviembre de 1823 del Acuerdo a los miembros del Cabildo y a los Caballeros Orientales. “La publicación del convenio hizo conocer, al Cabildo de Montevideo y á los Caballeros Orientales, que quedaban sin mas garantía, que las que quisiera otorgar el Bn. en merito del artículo 8º que si bien en él se acordó el que no serian molestados por sus opiniones políticas, también era condición espresa, que ocho días después de ratificada deberían estar recojidas en el Arsenal del Ejercito las armas que fueran distribuidas a las Guerrillas, Civicos y Milicias”; este arreglo perjudicaba a los Caballeros Orientales, quienes quedaban sujetos a la futura discreción de Lecor, de lo que es indicio ciertos pasaportes que Da Costa entregó a Juan Vázquez (hermano de Ventura y de Santiago) y a Pablo Zufriategui ([96]). Da Costa y sus fuerzas se embarcarían entre el 24 al 28 de febrero de 1824 para Lisboa, dejando a Lecor el dominio total quien el 28 de febrero de 1824 entró en Montevideo  ([97]). Lecor conminará al Cabildo montevideano a jurar fidelidad al emperador Pedro I de Brasil (como ya lo habían hecho durante su estadía en la campaña, los pueblos de San José, Canelones, Soriano, Colonia y Maldonado).

Refiriéndose a este fatal desenlace, Anaya relata que “…las fuerzas contrarias [se refiere a las de los brasileños] eran muy poderosas, y al fin unos y otros sucumbieron capitulando D. Albaro [da Costa], y embarcando con sus Talaberas p.a Europa en principios de Mzo./ de 1824, después de dejar en los campos muchas Víctimas; y que los Patriotas en considerable num.o emigraron á Buenos Ayres asilándose de aquel Goob.no Patrio, siendo el 1.º D. Man.l Oribe ([98]).

También debió huir el principal de los Caballeros Orientales, Santiago Vázquez: “El Sor. Vasquez emigro -como otros muchos patriotas- á B.s Ayres cuando los Imperiales ocuparon á Montev.o. Sus talentos y patriotismo acreditados en épocas anteriores desde el principio dela revolución, le proporcionaron en la capital Argentina una posición elevada, ytodo el influjo que da el saber; y tanto en el congreso general como en el Ministerio de la guerra, puso constantemente en acción su zelo patriótico, ysu aventajada capacidad en obsequio delos intereses de su país, con todo el entusiasmo de su alma ardiente y bien templada, y con una actividad y contracción asidua que lo hicieron siempre espectable entre los principales atletas de las dos margenes del Plata.” ([99])

A raíz de ello el Orden de los Caballeros Orientales se disolvería, para evitar ser perseguidos por Lecor. La sociedad de los “Caballeros Orientales” desapareció, pero muchos de sus miembros que se exiliaron a la Argentina (caso de Manuel e Ignacio Oribe, Pablo Zufriategui y Juan Francisco Giró) prepararían desde allí con otros orientales, argentinos y paraguayos, la Cruzada Libertadora de 1825.

 

X. Una voluntad independentista firme con éxito, y con un final inesperado: el Uruguay libre e independiente como Estado soberano

Cierto es que los patriotas orientales no pudieron imponer su interés manifestado en la proclama independentista del 29 de octubre de 1823. Pero eso fue por poco tiempo. Porque desde esa fecha su voluntad estaba firmemente determinada en querer ser libres de la dominación lusobrasileña, y ya nada la detendría. El 29 de octubre de 1823 había quedado la senda trazada; había sido un buen comienzo. Aquéllos se sabían, se sentían independientes interiormente; sólo faltaba consolidar ese afán ejerciendo su legítimo derecho de resistencia.

Señala al respecto Pablo Blanco Acevedo que Revolución improvisada la de 1823, y surgida por la aparente escisión de las tropas portuguesas y brasileñas que ocupaban el país, se deshizo por la base débil en la cual se levantara... pero, de la inmensidad de la derrota, surgiría de nuevo el mismo ideal, más vigoroso e intenso, apoyado, esta vez en el sentimiento público y en la comunidad de los medios para alcanzarlo.” ([100])

Ante la simpatía oficialmente indecisa todavía de las Provincias argentinas (aunque algunos privados, como Juan Manuel de Rosas bajo el seudónimo de “un amigo de los orientales”, colaboraron económica y logísticamente), los orientales prepararían contra viento y marea una revolución por iniciativa propia, que se concertaría entre los exiliados en las Provincias de Buenos Aires y Entre Ríos y los que se encontraban en suelo oriental. Por supuesto, todo llevaría su preparación y su proceso, aunque no demoraría en concretarse.

Mediante sendas cartas reservadas del 20 de marzo de 1825 y del 24 de marzo de 1825, Juan Antonio Lavalleja y Manuel Oribe informaron a Gabriel Antonio Pereira que invadirían “a nuestra patria para conquistar el lauro de nuestra independencia”, exhortando a que “es preciso que Vds. como patriotas nos secunden y ayuden”; estas notas fueron enviadas respectivamente a través de Francisco Lecocq y Pedro Trápani ([101]). No tenemos noticia cierta de que Lavalleja y Trápani hubieran pertenecido a los “Caballeros Orientales”, pero podemos especular que algunos ex integrantes de esa sociedad, como Lecocq y Oribe, mantenían contactos para articular el apoyo en la Provincia Oriental hacia aquellos que se reunían reservadamente en Buenos Aires preparando el alzamiento contra la dominación brasileña. A su vez, si bien ya no como “Caballeros Orientales”, muchos de sus antiguos miembros continuaron apoyando solapadamente preparativos revolucionarios contra los brasileños.

El 19 de abril de 1825, el “Desembarco de los 33 Orientales” (algunos de ellos ex Caballeros Orientales pero a la sazón participantes a título individual) en la playa de La Graseada (La Agraciada) sería la chispa que prendería la pólvora independentista dispersa en toda la Provincia Oriental. La Proclama de Lavalleja a los “Argentinos Orientales” en el Campo Volante de Soriano del mismo 19 de abril inflamó la causa de la Libertad ([102]) oriental, que se impulsó y con esfuerzo se fue consolidando en lo institucional con la Declaratoria de Independencia del 25 de agosto de 1825 (no se puede comprender a ésta sin conocer sus antecedentes de 1823), y en lo militar con las victorias de Rincón, Sarandí, Ituzaingó y Misiones; y que finalmente se concretaría, Gran Bretaña “ex machina” y en un giro inesperado, en razón de la Convención Preliminar de Paz (cuyos instrumentos se canjearon entre el Imperio del Brasil y las Provincias Unidas del Río de la Plata el 4 de octubre de 1828), en nuestra total Independencia cuyo hito jurídico quedó demarcado por el Juramento de nuestra Constitución el 18 de julio de 1830, gestada por una Honorable Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado que estuvo integrada por muchos ex Caballeros Orientales y otros patriotas que habían participado de los movimientos libertarios de 1822 y 1823.

 


 



[1] MONDINE Jean-Marie, Bajo la Escuadra y el Compás. Mitos y verdades sobre la Masonería, Ediciones de la Plaza, Montevideo, 2016, 607 páginas.

[2] En verdad, desde los albores del proceso independentista del hoy Uruguay, éste siempre había querido regirse como Estado libre, soberano e independiente, pero a su vez también quiso libremente estar federado a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Eso, por ejemplo, se aprecia en el Proyecto de Constitución para la Provincia Oriental de 1813 (Cap 1º art. 4º; Cap. 2º art. 15), en los arts. 6º y 7º de las Instrucciones reservadas que el pueblo de San Fernando de Maldonado dio a Dámaso Antonio Larrañaga el 8 de julio de 1813, y en ciertas fórmulas de juramento tomadas a las autoridades de nuestro primer gobierno patrio, el Gobierno Económico de la Provincia Oriental del Uruguay, constituido el 20 de abril de 1813: “¿Jurais q.e esta Provincia p.r derecho deve ser un libre Soberano e independiente, y q.e deve ser reprobada toda adeccion sugecion y obediencia al Rey, Reyna, Principe, Prinsesa, Enperador, ó Gobierno es Pañol y atodo otro poder estrangero cual quiera q.e sea y q.e ningun principe Estrangero persona Prelado, Estado potentado tienen ni deven tener Jurisdicion al guna superioridad preminencia autoridad u otro poder en cual quiera materia sibil Eclesiastica dentro de esta Probincia esepto la autoridad y poder q.e es o puede ser conferida p.r el Congreso Gral. de las Probincias unidas?” Al respecto y para ejemplo, ver COMISIÓN NACIONAL ARCHIVO ARTIGAS, Archivo Artigas Tomo Undécimo, Impresores A. Monteverde y Cia S.A., Montevideo, MCMLXXIV, pp. 121-123 y 157; y COMISIÓN NACIONAL ARCHIVO ARTIGAS, Archivo Artigas Tomo Duodécimo, Impresores A. Monteverde y Cia S.A., Montevideo, MCMLXXIV, pp. 19, 281 y 284.

[3] VIDAL Pedro, Segunda invasión portuguesa de 1816. El planteo estratégico artiguista, en Revista Estrategia No. 3/2011, Centro de Altos Estudios Nacionales, pp. 110-124.

[4]Estado Cisplatino (alias Oriental)”, como se proclamó en el Congreso Cisplatino de 1821 (DE LA SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos escritos por Juan Manuel de la Sota, año 1849, manuscrito inédito existente en el Museo Histórico Nacional, Cuadro VIII, pp. 376-394).

[5] DOTTA OSTRIA Mario, Caudillos, Doctores y Masones. Protagonistas de la Gran Comarca Rioplatense (1806-1865) 3ra. Edición, Montevideo, Ediciones de la Plaza, 2008, p. 19.

[6] Santiago Vázquez nos cuenta que su hermano Ventura “se vio forzado á dirijirse a Montevideo por abril de 1818, donde se hallaban sus hermanos [Santiago y Juan], siendo entonces jefe portugués el jeneral Lecor: vinieron tambien tambien en esa época á. Montevideo desde Janeiro, donde se habian conservado, el jeneral AIvear y muchos otros de los proscritos de su administracion, cuyas reiteradas solicitudes para regresar a sus hogares fueron siempre rechazadas” (VÁZQUEZ Santiago, Apuntes biográficos sobre el coronel D. Ventura Vasquez, escrito por su hermano D. Santiago Vasquez, en LAMAS Andrés, Colección de memorias y documentos para la Historia y Jeografia de los Pueblos del Rio de la Plata Tomo Primero, Imprenta del Comercio del Plata, Montevideo, 1849, p. 532). También Santiago Vázquez nos cuenta de su hermano Ventura: “…aunque desde 1812, se incorporó a la sociedad secreta denominada de Lautaros y por este medio se halló colocado en el partido dicho de Alvear, pasados los primeros momentos de las ilusiones y la época del entusiasmo, no gustó del carácter político de Alvear” (op. cit., p. 536).

[7] MONDINE, Bajo la Escuadra… cit.., pp. 225-240 y 256-257. Ver Nota 95.

[8] VÁZQUEZ, Apuntes biográficos sobre el coronel D. Ventura Vasquez… cit., p. 533.

[9] IRIARTE Tomás de, Memorias Tomo 1, La Independencia y la Anarquía Segunda edición, Ediciones Argentinas Sociedad Impresora Americana, Buenos Aires, 1946, p. 161.

[10] Revista Histórica de la Universidad Año II No. 4 - enero de 1909, Imprenta El Siglo Ilustrado, Montevideo, 1909, pp. 241-243, esp. p. 242. COMISIÓN NACIONAL ARCHIVO ARTIGAS, Archivo Artigas Tomo Trigésimosexto, TARMA, Montevideo, MMVI, p. 47. COMISIÓN NACIONAL ARCHIVO ARTIGAS, Archivo Artigas Tomo Trigésimoctavo, Tradinco S.A., Montevideo, MMXVII, p. 223.

[11] CAMPOS THÉVENIN DE GARABELLI Martha, La Revolución Oriental de 1822-1823. Su Génesis Tomo Primero, Montevideo, Junta Departamental de Montevideo - Biblioteca José Artigas, 1972, p. 415.

[12] Por el “Tratado de la Farola”, Portugal aportaba los materiales necesarios para construir un faro en la Isla de Flores y a cambio, el Cabildo de Montevideo cedía a Portugal todo el territorio de las Misiones desde una línea que iba desde una legua al Sureste del Fuerte de Santa Teresa, en la margen occidental de la Laguna Merín y siguiendo en dirección Noroeste hasta la desembocadura del Arapey en el Río Uruguay. Satisfecho por tal liberalidad, el rey Juan VI de Portugal condecoró a todos los integrantes del Cabildo de Montevideo como Comendadores de la Orden de Cristo.

[13] DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit, Cuadro XII, p. 569. ARCOS FERRAND Luis, La Cruzada de los Treinta y Tres, Imprenta Nacional Colorada, Montevideo, ¿1925?, p. 67.

[14] Archivo Histórico Museo Mitre (Buenos Aires), Colección correspondencia hombres públicos argentinos.  Noticias sobre la fundación patriótica de Caballeros Orientales y su fundador Santiago Vázquez, AR MM COHPA / A1 C0 No. 1383 (antes A1 C23 C4 No. 1).

[15] IRIARTE Tomás de, Memorias Tomo 1, La Independencia y la Anarquía Segunda edición, Ediciones Argentinas Sociedad Impresora Americana, Buenos Aires, 1946., pp. 222-223. Hemos dicho en la Sección III que en 1819 se esperaba con cierto temor una expedición de reconquista española de sus colonias, por lo que los Caballeros Orientales y los portugueses mancomunaron esfuerzos para elaborar un plan de contingencias (v. las Reflexões sobre a noticia da Expediçao Hespanhola no Rio da Prata, provenientes de Rio de Janeiro, datadas el “14 de settembro de 1819”; en Archivo General de la Nación, Colección de documentos diversos, Caja 319, Carpeta 2; también v. Observaciones sobre la defensa de la Provincia de Buenos Ayres amenazada de una invasión Española 1819, Por C.A. [Carlos de Alvear].  Archivo General de la Nación -Buenos Aires-, Documentos Escritos, Archivo y Colección Andrés Lamas, Legajo 36).

[16] ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO - Sección “Historia y Archivo”, Boletín Histórico No. 92-95, Montevideo, 1962, pp. 162-164 y 165-173. 

[17] IRIARTE Tomás de, Memorias Tomo 3, Rivadavia, Monroe y la Guerra Argentino - Brasileña, Ediciones Argentinas - Sociedad Impresora Americana, Buenos Aires, 1945, pp. 9-10. 

[18] IRIARTE, Memorias Tomo 3 cit., p. 47. IRIARTE Tomás de, Glorias Argentinas y Recuerdos Históricos 1818-1825, Buenos Aires, Librería de la Victoria, 1858, pp. 108-110 y 116. 

[19] DE GANDÍA Enrique, Los 33 Orientales y la Independencia del Uruguay, Buenos Aires, Espasa - Calpe Argentina S.A., 1939, p. 151. FERNÁNDEZ CABRELLI Alfonso, Presencia masónica en la Cisplatina, Montevideo, Editorial América Una, 1986, pp. 41-42. LAGOMARSINO PEZZALI Luis Alberto, La Cruzada de los Caballeros Orientales. Participación Histórica en el Nacimiento y Consolidación de la Patria, Montevideo, s/e, s/f, p. 64. DOTTA OSTRIA Mario, La Masonería y el proceso histórico del Uruguay, en http://www.glrbv.org.ve/Obras%20Literarias%20y%20Otros%20trabajos%20de%20Interes%20Masonico/La%20Masoneria%20y20el%20proceso%20historico%20del %20Uruguay.pdf, p. 22; y DOTTA OSTRIA Mario, Caudillos, Doctores y Masones. Protagonistas de la Gran Comarca Rioplatense (1806-1865) 3ra. Edición, Montevideo, Ediciones de la Plaza, 2008, pp. 21-22 y 34. GARCÍA Flavio, Una Historia de los Orientales y de la Revolución Hispanoamericana Octava Edición Tomo II, Montevideo, Editorial Medina, 1956, pp. 418-419. REYES ABADIE Washington - VÁZQUEZ ROMERO Andrés, Crónica General del Uruguay Volumen II Fascículo 34, Los “Caballeros Orientales”, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, s/f, pp. 479-504. ARCOS FERRAND Luis, La Cruzada de los Treinta y Tres, Imprenta Nacional Colorada, Montevideo, s/f (¿1925?), p. 68.

[20] Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16 Carpeta 2, cartas de Herrera a Lucas Obes del 19.10.1822 y del 27.12.1822. Involucra también García de Zúñiga a Alvear como “gefe de la faccion de anarquistas de Montevideo” (GARCÍA DE ZÚÑIGA Tomás, Circulares del Sindico Procurador a los Cabildos, Montevideo, s/e, 1822).

[21] BERRO Aureliano Bernardo P. Berro. Vida pública y privada, Talleres Gráficos de A. Barreiro y Ramos, Montevideo, 1920, pp. 12-13.

[22] DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro XII, p. 570. ARCOS FERRAND, La Cruzada de los Treinta y Tres cit., p. 69. De la Sota da ese número de unos “dos cientos” para el año de 1823 (id. loc. cit.).

[23] Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Documentos relativos a la gestión cumplida ante la Corte de Río de Janeiro 1822-1824, Caja 15 Carpeta 9.

[24] DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro XII, p. 570.

[25] Ver Nota 88.

[27] DÍAZ Antonio Memorias; cit. por CAMPOS THEVENIN DE GARABELLI Martha, La Revolución Oriental de 1822-1823. Su génesis Tomo Segundo, Junta de Vecinos de Montevideo - Biblioteca José Artigas, 1978, p. 6.

[28] ARCOS FERRAND Luis, La Cruzada de los Treinta y Tres cit., pp. 68-70. Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16 Carpetas 2 y 3, correspondencias del 19.10.1822, 24.12.1822, 27.12.1822 y 25.12.1823. GARCÍA DE ZÚÑIGA Tomás, Circulares del Sindico Procurador á los Cabildos, s/e, Montevideo, 1822.

[29] La Aurora, Montevideo - Enero 4 de 1823, p. 13. El Secretario del Cabildo montevideano de 1823, Francisco Solano de Acuña, también habría estado vinculado a los Caballeros Orientales.

[30] Constitucion Orgánica del Orden de Caballeros Orientales, Archivo y Biblioteca Pablo Blanco Acevedo Tomo 132, fs. 78-79 v., Museo Histórico Nacional, Montevideo. El mismo se transcribe completo en c0020, Bajo la Escuadra… cit., pp. 388-392.

[31] CAMPOS THEVENIN DE GARABELLI, La Revolución Oriental… Tomo Segundo cit., p. 18.

[32] MONDINE, Bajo la Escuadra… cit., p. 363. Ver sección IV.

[33] MONDINE, Bajo la Escuadra… cit., pp. 234 y 243-252.

[34] República dos Estados Unidos do Brasil, Ministério das Relações Exteriores, Annaes do Itamaraty, Anno II, 1937, Volume II. Rio de Janeiro, Officinas Graphicas do Archivo Nacional, pp. 84-87, 89-91.

[35] República dos Estados Unidos do Brasil, Ministério das Relações Exteriores, Annaes do Itamaraty cit., p. 68.

[36] Por “Club patriótico” se alude a los Caballeros Orientales.

[37] IRIARTE Tomás de, Glorias Argentinas… cit., p. 108.

[38] BERRA Francisco A., Bosquejo histórico de la República Oriental del Uruguay, Francisco Ybarra, Editor, Montevideo, 1895, pp. 496.

[39] IRIARTE Tomás de, Memorias Tomo 3 cit., pp. 39-40. IRIARTE, Glorias Argentinas… cit., pp. 107-108.

[40] Archivo Histórico Museo Mitre (Buenos Aires), Colección correspondencia hombres públicos argentinos.  Noticias sobre la fundación patriótica de Caballeros Orientales y su fundador Santiago Vázquez, AR MM COHPA / A1 C0 No. 1383 (antes A1 C23 C4 No. 1).

[41] DE LA SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos… cit., Cuadro XII, p. 571.

[42] El Argos de Buenos Aires Num. 81, Sabado 26 Octubre 1822, Tom 1.º, pp. 2-3.

[43] Documentos para la historia política del Río de la Plata (1820-1824) en Revista Histórica Año LI T. XXVII Montevideo, enero de 1957, Montevideo A. Monteverde y Cia., 1957, pp. 357-360 y 374-376.

[44] DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro IX, p. 427.

[45] Esto queda evidente en las crónicas del periódico La Aurora, en que incluso aparecen artículos en portugués del banco antilecorista. En La Aurora Num. 2., Montevideo - 28 de diciembre de 1822 p. 7, aparece un elogio del Cuerpo de Voluntarios de El Rei, mostrando las simpatías entre Caballeros Orientales y el bando de Da Costa. También en las cartas de Nicolás Herrera a Lucas Obes del 16 y 19 de octubre de 1822, del 27 de diciembre de 1822 y del 16 de diciembre de 1823 (“Juan Benito, Lorencito Perez, Muñocito, Consejo y facción que los sostiene”), en Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16 Carpetas 2 y 3.

[46] ANÓNIMO (“El Duende de Dia”), Mas Conversacion, Montevideo, Imprenta de Torres, 1822.

[47] ANAYA Carlos, Apuntaciones históricas sobre la Revolución Oriental (1811-1851). Publicadas y anotadas por María Julia Ardao (Apartado de la ‘Revista Histórica’ Tomo XX)”, Montevideo, Imprenta Nacional, 1954, pp. 103-104.

[48] DE LA SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos… cit., Cuadro IX, pp. 411-412. ANÓNIMO (“Un cazador civico”), Esposicion de los obsequios hechos en Santa Fé a los Señores Diputados del Exmo. Cabildo Representante de la Provincia de Montevideo, Montevideo, Imprenta de Torres, 1823. ANÓNIMO, Un oriental á los habitantes de Buenos Aires, Montevideo, Imprenta de Torres, ¿1822?.

[49] DE LA SOTA, “Cuadros Históricos…” cit., Cuadro IX, p. 427. Carta de Silvestre Blanco a Rivadavia de fecha 23 de octubre de 1822. En carta de Alvear a Santiago Vázquez del 5 de noviembre de 1822, aquél aconseja que pidan auxilios por intermedio de Tomas de Iriarte, y le exhorta a que “tenga V. la bondad de saludar en mi nombre atodos los nuevos amigos, ofresiendoles mi persona y sinsera amistad, para lo que quieran ocuparme, desde Buenos Aires”. Al respecto, v. Documentos para la historia política del Río de la Plata (1820-1824) en Revista Histórica Año LI T. XXVII Montevideo, enero de 1957, Montevideo, A. Monteverde y Cia., 1957, pp. 354, 357-360.

[50] DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro IX, p. 406.

[51] BERRA Francisco A., Bosquejo histórico… cit., pp. 498 y 499.

[52] Documentos para la historia política del Río de la Plata (1820-1824) en Revista Histórica Año LI T. XXVII Montevideo, enero de 1957, Montevideo A. Monteverde y Cia., 1957, pp. 364-366.

[53] MANSILLA Lucio, El oriental á sus compatriotas. Extracto del Manifiesto del Gobernador de Entre Rios á sus habitantes, Montevideo, Imprenta de Torres, 1822. Mansilla en dos cartas a Lecor del 1º de diciembre de 1822 dio cuenta que había puesto preso al oriental Ramón Cáceres (quien en Montevideo se había contactado con José María Roo, Pedro Berro, Gabriel Pereira y Francisco Muñoz, “en fin todas las personas mas influyentes de aquella epoca”) por “fomentar la anarquía en un país extraño”, y que había tomado medidas para prevenir las agitaciones de los orientales buscando partidarios en Entre Ríos; inclusive Mansilla y Lector acordaron condiciones para evitar tales problemas (FREGEIRO Clemente, Documentos referentes á la revolucion verificada en Montevideo el 3 de setiembre de 1816, y á las elecciones capitulares para 1817. Es copia de los originales que existen en poder del doctor don Andrés Lamas. Buenos Aires, Noviembre de 1883. C. L. Fregeiro, en Archivo General de la Nación, Colección de documentos Clemente L. Fregeiro. Documentos relativos a la dominación Luso-brasileña, Copias 1816-1824, Caja 327 Carpeta 6, fs. 15 a 23. También CÁCERES Ramón de, Memoria Postuma ó acontecimientos en la vida publica del Cor. Dn. Ramon de Caceres, en Revista Histórica Tomo XXIX Año LIII, Nos-85-87, pp. 412-417, y CÁCERES Ramón de Manifiesto, que hace D. Ramon Caceres á sus amigos y Compatriotas, s/l, s/e, s/f (¿1828?), en Archivo General de la Nación (Buenos Aires). Documentos Escritos, Archivo y Colección Andrés Lamas, Legajo 46. De acuerdo a Lappas, Lucio Mansilla fue “Iniciado en la Logia del Ejército de los Andes en 1822” (LAPPAS Alcibíades, La Masonería a través de sus hombres, Buenos Aires, s/e, 1966, p. 271), dato que no parece ser verosímil porque Mansilla regresó de la Campaña de los Andes a Buenos Aires por 1820 y en 1821 fue electo Gobernador de Entre Ríos, permaneciendo en el cargo hasta 1824. Lappas afirma que Mansilla “propició la fundación de la actual Logia Jorge Washington” (loc. cit., p. 271), que según Salsamendi habría levantado Columnas en el año 1822, y en 1857 fue regularizada bajo el Supremo Consejo y Gran Oriente del Uruguay con el número 16, hasta que en 1875 se incorporó al entonces Gran Oriente de la República Argentina (SALSAMENDI Miguel Crónicas del Levantamiento de Columnas de las Logias nacidas bajo jurisdicción masónica uruguaya y datos biográficos de sus fundadores, desde el 21 de enero de 1830 al 30 de junio de 2000, s/e, Montevideo, 2001, p. 111) con el No. 44.

[54] BERRA, Bosquejo histórico… cit., p. 500.

[55] Documentos para la historia política del Río de la Plata (1820-1824) en Revista Histórica Año LI T. XXVII Montevideo, enero de 1957, Montevideo, A. Monteverde y Cia., 1957, p. 383.

[56] ANÓNIMO (“El Brujo enemigo de indirectas”), El Mas aficionado de los brujos á el Mas amado de los Duendes, Montevideo, Imprenta de Torres, ¿1822?.

[57] BERRA, Bosquejo histórico… cit., pp. 498-499.

[58] SPIKERMAN Juan, La primera quincena de los Treinta y Tres, Imprenta á Vapor La Época, Montevideo, 1891, p. 12.

[59] BERRA, Bosquejo histórico… cit., p. 500.

[60] IRIARTE, Glorias argentinas… cit., p. 109.

[61] BERRA, Bosquejo histórico… cit. p. 496-497.

[62] República dos Estados Unidos do Brasil, Ministério das Relações Exteriores, Annaes do Itamaraty cit., pp. 8-183.

[63] República dos Estados Unidos do Brasil, Ministério das Relações Exteriores, Annaes do Itamaraty cit., p. 15.

[64] Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16 Carpeta 2.

[65] El Argos de Buenos Aires Num. 98, Miercoles 25 12.1822, Tomo 1.º, p. 3. Firman por el Cabildo de Montevideo la “célebre é inmortal Acta del 16 de diciembre de 1822” Carlos Camusso, José María Roo, Gabriel Pereira, Francisco Farías, Bernardo Susviela, Cristóbal Echevarriarza, Agustín Aldecoa, Estanislao García de Zúñiga y Luciano de las Casas. Todos ellos serán sindicados como Caballeros Orientales (La Aurora Num. 4., Montevideo - 11 de Enero de 1823, p. 13, y ejemplares subsiguientes). Integraron también el Cabildo montevideano de 1822, Manuel José Gutiérrez y Antonio José de Souza Viana.

[66] DE LA SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos escritos por Juan Manuel de la Sota, año 1849, manuscrito inédito existente en el Museo Histórico Nacional, Cuadro IX, pp. 415-424. Carta de Silvestre Blanco a Rivadavia del 18.10.1822; en Documentos para la historia política del Río de la Plata (1820-1824), en Revista Histórica Año LI T. XXVII Montevideo, enero de 1957, Montevideo A. Monteverde y Cia., 1957, p. 353.

[67] Carta de Silvestre Blanco a Rivadavia del 26.12.1822, en Documentos para la historia política del Río de la Plata (1820-1824) en Revista Histórica Año LI T. XXVII cit., pp. 381-382.

[68] Biblioteca Nacional, Colección de Manuscritos Históricos, Volumen 1 No. 024. También DE-MARÍA Isidoro, Compendio de la Historia de la República Oriental del Uruguay Tomo Cuarto 1era. Edición, Montevideo, Imprenta de El Siglo, 1900, pp. 239-240.

[69] Según De María (DE-MARÍA Isidoro, Compendio… Tomo Cuarto 1era. Edición cit., pp. 227-230), esta lista  fue enviada por Juan Francisco Giró, Daniel Vidal, Manuel Vidal, José María Platero, Gregorio Pérez, Manuel Oribe, Ramón Castriz, Pablo Zufriategui, Román de Acha, Silvestre Blanco, Francisco Araúcho, Antonio de Chopitea, José Félix Zubillaga, Francisco Aguilar, Gabriel A. Pereira, Atanasio Aguirre, Pablo Antonio Nieto, Pedro Lenguas, Lorenzo J. Pérez, Francisco Solano Antuña, Juan Benito Blanco, Roque Graseras, Luis Eduardo Pérez, Francisco Lecocq, Juan Zufrategui, Santiago Vázquez, Antonio Acuña, Gregorio Lecocq, Diego Benavente, León J. Ellauri, Agustín de Aldecoa y Rafael Sánchez Molina.

[70] ANAYA Carlos, El Sr. D. Gabriel A. Pereira. Apuntaciones de su vida pública en el transcurso de la Revolución, durante cincuenta y tantos años, con distinguidos servicios por la Libertad é Independencia de su Tierra Natal; el Estado Oriental, después República del Uruguay, etc., etc., en PEREIRA Gabriel, Correspondencia confidencial y política del Sr. Dn. Gabriel A. Pereira Tomo Segundo, Montevideo, Editores: Ottado y Cardoso, 1896, p. 21 (Anaya menciona a Echevarriarza con el nombre de Prudencio, y no de Cristóbal). También ARCOS FERRAND, La Cruzada de los Treinta y Tres cit., pp. 76 y 94.

[71] DE LA SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos… cit., Cuadro IX, p. 425.

[72] ÁLVAREZ FERRETJANS Daniel, Historia de la Prensa en el Uruguay, Fin de Siglo, Montevideo, 2008, pp. 73-79. En carta del 24 de diciembre de 1822, Nicolás Herrera indica como director de El Pampero a “Santiaguito” (Santiago Vázquez); v. Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16 Carpeta 2. CAMPOS DE GARABELLI Martha, Las corrientes de opinión en los prolegómenos de la Independencia, en Cuadernos de Marcha Número 4, Agosto 1967, p. 72.

[73] Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16 Carpeta 2.

[74] Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes, Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16 Carpeta 2.

[75] Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes, Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16 Carpeta 2, carta del 18.12.1822.

[76] DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro X, p. 452.

[77] BERRA, Bosquejo histórico… cit., p. 504. ARCOS FERRAND, La Cruzada de los Treinta y Tres cit., pp. 78-79.

[78] Archivo General de la Nación, Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822, Caja 16 Carpeta 3, cartas del 19 de noviembre de 1822 y 14 de diciembre de 1823. DE LA SOTA, Cuadros Históricos… cit., Cuadro IX, pp. 405-406; Cuadro XII, p. 570. Manifiesto del Cabildo Representante de Montevideo á los Pueblos de la Provincia Oriental, Montevideo, Imprenta de Torres, 1823.

[79] OLIVERA Leonardo, Manifiesto que hace el Capitán Don Leonardo Olivera á los habitantes del Estado Cisplatino, Canelón, Mayo 26 de 1823, s/e.

[80] SPIKERMAN, La primera quincena… cit. p. 12.

[81] FREGA Ana, Guerras de independencia y conflictos sociales en la formación del Estado Oriental del Uruguay 1810-1830, en Dimensión Antropológica, Año 12 Vol. 35, septiembre/diciembre 2005, pp. 39-43. SUÁREZ Joaquín, Apuntes autobiográficos, en ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO, Boletín Histórico No. 96-97, Enero – junio de 1963, Montevideo, 1963, pp. 121-122.

[82] DE-MARÍA, Compendio de la Historia… Tomo Cuarto 1era. Edición cit., pp. 255-257.

[83] Interesante. Carta del Cabildo de Montevideo al Coronel del Regimiento de Dragones de la Union Don Fructuoso Rivera, Montevideo, s/e, 1823. Fructuoso Rivera no acompañó al movimiento independentista oriental de 1822-1823, manteniéndose adepto a Lecor. En una carta a su amigo Julián de Gregorio Espinosa del 19 de setiembre de 1826 explica las razones que (según su versión) tuvo: Podra ser un crimen el aver tomado parte con los americanos Brasileros contra los portugeses aser que se dibidieran y Ser yo la principal parte en que se rronpiesen las ostilidades sovre la Linia de Montv.° influi en cuanto me fuese pocible para que Se en/g(end)rase entre anbos partidos un odio yplacable que Suciste. / podra Ser un crimen en no aver tomado parte en los pasos que dio el cavildo de Montv.° asociado con el Gen.1 portug.s D. Alvaro en el ano 23- para mi eso era complicado el pais nuestava conforme en lo Gen.1 por que mis paisanos no quieren cino patria neta) amas yo via para mi que no era oportuno en circustancias que el Brasil es tava todo el en fuego por una causa que la generalidad estava en penada que nuestro pais estava en Su ma desgracia que estava Sin vrasos por que la flor de Sus avitantes guerreros avian perecido en la Guerra contra los portugeses y en la dela anarquia que ultimam.te no avia un solo capitalista que pudiese contribuir con mil p.s ael enpeno q.e nos propuciesemos: que en tonses las provincias Se devoravan en la Guerra Sibil y mas que todo entonses nadie tomava parte con los orientales para la grande enpresa de Livertar el pais por que nadies podia dar entonses lo que no tenia p.a Si y darlo a correr el imenente riesgo de perderlo todo es ami ber inprudencia: yo tocava entonses las cosas de serca via que el Brasil por esta parte realisaria Su livertad y que los continentales aci q.e los portugeses desaparecieron devian retirarse aSu pais p.a disfrutar de nuestras aciendas q.e nos avian despojado yentonses era el tienpo por que ase diferencia el honbre Guerrero pobre Cuando llega aun estado de rriquesa no le gusta aserse matar por que le digan que es valiente;”. Ver Correspondencia del General Fructuoso Rivera con Julián de Gregorio Espinosa (1822-1826), en Revista Histórica Año LIV (2.a época), Tomo XXX, Montevideo, Agosto de 1960, Nos. 88-90, p. 448..

[84] Valentín Gómez, aquel sacerdote quien por mandato de Artigas recibiera la espada del Capitán José Posadas luego de haber sido derrotado en la Batalla de Las Piedras (18 de mayo de 1811), y conspicuo miembro de la Logia Lautaro ya desde su primera época, pertenecía en 1823 a la llamada “Logia Provincial”, surgida del desmembramiento de la Logia Lautaro de Buenos Aires en su segunda época con la caída del Directorio porteño en 1820, la cual duró hasta 1827 o 1828. Sobre la llamada “Logia Provincial”, “Lautaro de la Anarquía” o “Lautaro decadente” de Buenos Aires, ver PICCIRILLI Ricardo, San Martín y la desmembración de la Logia Lautaro, en Revista Historia Enero - Marzo 1956, Año I Núm. 3, pp. 89-117; y MONDINE, Bajo la Escuadra… cit., pp. 253-257.

[85] DE-MARÍA, Compendio de la Historia… Tomo Cuarto 1era. Edición cit., pp. 264-265.

[86] Archivo General de la Nación, Archivo General Administrativo, Actas del Cabildo de Montevideo Tomo 17, Mayo 21 1819 - Diciembre 4 1823, fojas 166-167. El texto transcrito fielmente puede encontrarse en ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Acuerdos del Extinguido Cabildo de Montevideo Volumen Catorce, Montevideo, s/e, 1941, pp. 249-251.

[87] Archivo General de la Nación, Archivo General Administrativo… cit., fs. 167-168. ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Acuerdos… cit., pp. 251-253.

[88] Se refiere al Congreso Cisplatino, convocado el 15 de julio y que sesionó desde el 16 al 31 de julio de 1821, durante el cual el 18 de julio de 1821 se votó la anexión de la Provincia Oriental al Reino de Portugal, Brasil y Algarve, pasando a llamarse “Provincia Cisplatina”. La lista de sus participantes, obtenida de documentos históricos, puede consultarse en MONDINE, Bajo la Escuadra… cit., pp. 397-398.

[89]Su Majestad Fidelísima”. Título con que solía invocarse protocolarmente al Rey de Portugal.

[90] El Cabildo de Montevideo, que recibió a los invasores portugueses entregando a Lecor las llaves de la ciudad el 20 de enero de 1817, firmó con el Reino de Portugal, Brasil y Algarve casi dos años después, el 30 de enero de 1819, el controvertido “Tratado de la Farola” o “Tratado del Fanal”, por el cual Portugal aportaba los materiales necesarios para construir un faro en la Isla de Flores y a cambio, Montevideo daba a Portugal todo el territorio de las Misiones, desde una línea que iba desde una legua al Sureste del Fuerte de Santa Teresa, en la margen occidental de la Laguna Merín y siguiendo en dirección Noroeste hasta la desembocadura del Arapey en el Río Uruguay. Satisfecho por tal liberalidad, Juan VI condecoró a todos los integrantes del Cabildo de Montevideo como Comendadores de la Orden de Cristo. Al respecto, v. MONDINE, Bajo la Escuadra… cit., p. 354.

[91] Los nombres de estos Consejeros adeptos del Barón de la Laguna Carlos Lecor, asociados o nucleados bajo la “Orden del Lazo Verde” o de “los Imperiales”, pueden cotejarse en MONDINE, Bajo la Escuadra… cit., pp. 401-402.

[92] Archivo General de la Nación, Archivo General Administrativo, Actas del Cabildo de Montevideo Tomo 17, Mayo 21 1819 - Diciembre 4 1823, fojas 168-169. El texto transcrito fielmente puede encontrarse en ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Acuerdos del Extinguido Cabildo de Montevideo Volumen Catorce, Montevideo, s/e, 1941, pp. 243-254.

[93] Archivo General de la Nación, Archivo General Administrativo… Tomo 17… cit., folios 167 v.-168. ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Acuerdos… cit., p. 252.

[94] Tomamos la versión de los textos de las Leyes de Independencia y de Unión del 25 de agosto de 1825, de ALONSO CRIADO Matías, Colección legislativa de la República Oriental del Uruguay ó sea Recopilación cronológica de las leyes, decretos, resoluciones gubernativas, tratados internacionales, acordadas del Tribunal y demás disposiciones de carácter permanente sancionadas con fuerza de ley desde la Independencia de la República basta nuestros días Tomo I 1825 á 1852, Montevideo, 1876, pp. 3-4. Una tabla comparativa de los textos de la Declaración del Cabildo de Montevideo del 29 de octubre de 1823 y de las Leyes de Independencia y Unión sancionadas por la Honorable Sala de Representantes de la Provincia Oriental del Río de la Plata (de la Florida) el 25 de agosto de 1825, puede consultarse en NARANCIO GRELA Edmundo, Las Actas de la Asamblea de la Florida, en Revista Histórica, Año XXXV11 (2.a época) T. XIV, Montevideo, Diciembre de 1943, Nos. 40-42, pp.316-318.

[95] Recuerda a la Soberana Asamblea General Constituyente del Año XIII en Buenos Aires, aunque no a los representantes elegidos por el Congreso de Abril de 1813 artiguista, sino a los elegidos en el Congreso de Capilla Maciel entre el 8 a 10 de diciembre de 1813 bajo la presidencia de José Rondeau, en que se eligió como representantes a Dámaso Antonio Larrañaga, Luis Chorroarín y Marcos Salcedo (todos sacerdotes), quienes se incorporaron a dicha Asamblea en 1814, estando ya previamente integrándola por la Provincia Oriental y desde el año anterior Dámaso Gómez Fonseca (también sacerdote), el único que había sido reconocido (elegido por Maldonado) ya que los Diputados artiguistas habían sido rechazados por supuestas razones formales. Gómez Fonseca pertenecía a la Logia Lautaro de Buenos Aires en su primera etapa, entonces también conocida como “los Caballeros Racionales”, en ese tiempo ya bajo la égida de Carlos María de Alvear quien había desplazado de la conducción a José de San Martín, teniendo ese partido logista prevalencia en la integración de la Asamblea General Constituyente del Año XIII. Luis Chorroarín será mencionado como integrante de la Logia Lautaro de Buenos Aires en su segunda época. Al respecto ver MONDINE, Bajo la Escuadra…, cit., pp. 235-239, 247-251, 334-339.

[96] DE LA SOTA Juan Manuel, Cuadros Históricos…, cit., Cuadro X, pp. 505-517.

[97] ARCOS FERRAND Luis, La Cruzada de los Treinta y Tres… cit., pp. 104-109.

[98] ANAYA Carlos, Apuntaciones históricas… cit., p. 104.

[99] Archivo Histórico Museo Mitre (Buenos Aires), Colección correspondencia hombres públicos argentinos.  Noticias sobre la fundación patriótica de Caballeros Orientales y su fundador Santiago Vázquez, AR MM COHPA / A1 C0 No. 1383 (antes A1 C23 C4 No. 1).

[100] BLANCO ACEVEDO Pablo, Centenario de la independencia, en Revista Histórica Tomo X, MCMXXII, Núm 29, pp. 418-419

[101] PEREIRA Gabriel, Correspondencia confidencial y política del Sr. Dn. Gabriel A. Pereira Tomo Primero, Montevideo, Editores: Ottado y Cardoso, 1894, pp. 14-16.

[102] El original de esta Proclama de Lavalleja se encuentra en el Archivo General de la Nación, Colección de Documentos diversos, Caja 319 Carpeta 2.