domingo, 25 de agosto de 2019

JULIO INVERSO

JULIO INVERSO



Julio Inverso (1963-1999), poeta y escritor, es uno de los talentos más originales que dio nuestro país en estos recientes tiempos. Fallecido en trágicas circunstancias prematuramente, su obra se truncó cuando todavía tenía mucho para asombrarnos.

Lo conocí en el Liceo Seminario, donde fuimos compañeros de Primero a Cuarto años, y especialmente durante Tercero y Cuatro (que estuvimos en el mismo grupo) desarrollamos cierta amistad. Era un muchacho bajito; parecía un niño adolescente, tranquilo y de perfil bajo, pero era muy buena persona. Después le perdí el rastro (no llegamos a cruzarnos en las mesas de las tertulias del Sorocabana, que luego supe que también frecuentaba), hasta que un día por un artículo de la Revista “Postdata” me enteré de su lamentable desenlace y de su talento literario, que por entonces desconocía. 

Se dice que la invención de Inverso es inclasificable. No la juzgaremos nosotros, porque eso corresponde, entiendo, con mayor autoridad a quienes lo conocieron, a sus amigos y a los especialistas. A mí sus escritos me recuerdan al Montevideo de la década de 1980, el de la salida hacia la Democracia y de los primeros tiempos de su reconquista, que dio lugar a una proliferación de nuevas ideas y de tantos fenómenos y personajes que abundaron en el paisaje urbano de entonces, como también a un inorgánico movimiento literario que todavía aguarda su Historia y crítica, si es que pudiere hablarse de una “Generación del ‘80”. Julio Inverso formó parte de ciertos movimientos contraculturales de la época como la “Brigada Tristan Tzara” y “la Torre Maladetta" (¿por qué no “Torre Maledetta” ni “Torre de Malladeta”?; no lo sabré).

Creo que la obra de Inverso no puede separarse de lo que fue su particular existencia. No se puede deslindar la vida de un poeta de su producción; digamos que su amalgama es la verdadera obra poética. Afortunadamente sus escritos han podido preservarse gracias al trabajo de Luis Bravo, quien con gran cariño compiló la obra édita e inédita (¿completa?; siempre aguardamos que aparezca algo perdido o atesorado por allí) de Julio Inverso en dos volúmenes: “Papeles de Juan Morgan. Narrativa y otras prosas” (Estuario Editorial, Montevideo, 2011), y “Las Islas Invitadas” (Estuario Editorial, Montevideo, 2013). ¿Poeta de culto? ¿Poeta maldito? La respuesta está todavía abierta.

Extraigo para estas notas el poema “Construcción de un Árbol” (“Las Islas…” cit., p. 120), publicado originalmente en el libro “Más lecciones para caminar por Londres” (Vintén Editor, Montevideo, 1999) que vio la luz poco tiempo antes de que Inverso pasara a la Luz:

He construido un árbol con precisión de ingeniería
monté el oro
ensamblé las lágrimas de jazmín
el tul rosa pálido de las hadas
vertí los copos de nieve almendrada
lo hice de carne sensitiva
y su alma puede girar en la tarde
buscando el sol
tricé el horizonte para hacer vigas resistentes
no olvidé la quilla y las alas
pinté una a una las hojas
lo doté de caleidoscopios perfumes y movimientos de relojería
se animó con un tintineo
con gritos de niños y de flores
parecía debatirse contra el cielo contra el mar
soñé que el árbol había desplegado sus alas y volado al paraíso
cuando desperté acudí al árbol
ya no estaba
en su lugar la brisa
espigada como una bailarina
peinaba su cobriza cabellera.

He leído las páginas de Inverso escuchando a Johannes Brahms (1833-1897), músico a quien aquél menciona en diferentes momentos (Julio poseía una exquisita y diversificada cultura musical clásica, no sólo rockera, no habitual ni en su época ni ahora), del cual les ofrezco el link hacia la versión de sus “Danzas Húngaras”, interpretadas por la Budapest Festival Orchestra dirigida por Iván Fischer. Originalmente compuestas para piano a cuatro manos, Brahms adaptó algunas para piano solo; sin embargo, las “Danzas Húngaras” son popularmente conocidas como obras orquestales. En realidad, Brahms sólo arregló para Orquesta las números 1, 3 y 10. Las restantes fueron arregladas por diversos músicos, entre ellos Martin Schmeling (1864-1943), Albert Parlow (1824-1888) y Antonín Dvořák (1841-1904).

Tengo que confesar que cuando terminé de leer las obras de Julio Inverso, me invadió una inexplicable sensación de melancolía.

https://www.youtube.com/watch?v=tUe-clNbnBE





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