sábado, 24 de agosto de 2019

GEORGES BRASSENS

GEORGES BRASSENS


En estas épocas de mucho ruido (musical y de los otros), no está mal recordar la profunda sencillez y la poesía de Georges Brassens, uno de los máximos trovadores exponentes de la Chanson Française del siglo XX. Ideal para escuchar en un espacio de soledad, a cubierto de lo mundano.

Nacido en Sète (en la Occitania francesa, mismo pueblo que Paul Valéry, a quien conoció y aludió directamente o indirectamente en algunas canciones, como “Misogynie à part” y “Supplique pour être enterré a la Plage de Sète”) el 22 de octubre de 1921, hijo de familia obrera, Georges Brassens se trasladó a París por 1939. Militó en la Resistencia durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, época en que publicó sus primeros poemas y compuso sus primeras canciones. En 1943 fue deportado a un campo de trabajos forzados en Basdorf (Alemania), del que huiría para regresar a París. Colabora en la revista “Le Libertaire”, hasta que por 1952 comienza a ser conocido por sus canciones, por cantarlas la célebre intérprete y actriz Patachou. A partir de entonces Brassens desarrollará una activa carrera musical, que testimonia su discografía (desde “Le Vent” -1953- hasta “Trompe la Mort” -1976-, y un álbum que apareció póstumamente en 1982 pero fue editado en 1980, “George Brassens chante les chansons de sa jeunesse”).

Irreverente, ateo, de conceptos e imágenes muy finos, Brassens era también un remarcable poeta (recibió un Grand Prix de Poésie de la Académie Française en 1967) y para algunos, un filósofo de la vida. En sus canciones denunció la hipocresía y las convenciones sociales, predicando un estilo alternativo (“La Mauvaise Réputation”), con letras de alto contenido social y político aunque de alta mirada, terció por desclasados como las prostitutas, y compuso cuadros de la vida cotidiana (“Les Amoureux des Bancs Publics”, “Les Funérailles d’Antan”, “Les Amours d’Antan”, “L’Orage”). Muchas de sus canciones tienen un humor muy sutil, casi hasta surrealista en ciertos casos, por ocasiones chocante (“Le Gorille”, “Brave Margot”, “Marinette”, “Le Pornographe”, “L’Andropause”, “Quand les Cons sont Braves”, “Corne d’Aurochs”, “L’Orage”). Aunque todo esto es deslizado con tanta maestría que nadie puede sentirse ofendido, y uno no puede menos que reírse o sensibilizarse, cuando corresponde. Brassens también musicalizó poseías de Victor Hugo, Louis Aragon y François Villon. La sociedad a quien criticaba y de la cual se mofaba en sus canciones, con mucho favor bien que gustó de su música.

Brassens siempre fue anarquista, pero no era un tirabombas ni un violentista; era un libertario del pensamiento, que no se casaba con nada ni con nadie. Es más, denunció a los falsos ideólogos y activistas que agitaban predicando desde su lugar seguro la rebelión e incitaban a los otros al martirio. En “Mourir pour des Idées” recuerda:

Oh vosotros los agitadores,
oh vosotros los buenos apóstoles,
morid, entonces, primero,
les cedemos paso.
¡Pero por favor, jorobar,
dejad vivir a los otros!
La vida es casi el único lujo aquí abajo.
Muramos por las ideas, de acuerdo,
pero de muerte lenta.

Las canciones de Georges Brassens tienen una singular musicalidad; podemos gustarlas aunque no sepamos francés, pero conocer el idioma o tener a disposición las letras o su traducción es recomendable. Dotadas de gran intimidad y profundidad, tenían una instrumentación muy sencilla: la mayor parte eran interpretadas por Brassens en su guitarra, solo o acompañado con un contrabajo; en ocasiones con una guitarra más y ocasionalmente, alguna batería y un piano (en un concierto, la canción “Les Copains d’Abord” termina con una banda, pero fue más una sorpresa que otra cosa). En 1979, con todo, se editó de Brassens un álbum doble con un ensamble, titulado “Brassens-Moustache jouent Brassens en Jazz”).

Nuestro cantautor poseyó una relación sentimental con la estonia Joha Heiman desde 1947, quienes nunca se dejaron a pesar de que no se casaron, ni vivieron juntos, ni tuvieron una vinculación formal (inclusive ellos tuvieron sus propios amoríos aparte), de lo cual Brassens nos recuerda en su canción “La Non-demande en Mariage”.

Intentó que la fama no se apoderara de él, sobre cuyas cuestiones y vanidades trata en su canción “Les Trompettes de la Renommée”. A pesar de que tenía una gran comunicación con su público y de que la gente lo adoraba, Georges Brassens vivía una vida muy retraída y reservada, y cada tanto se alejaba de la gente, pasando la mayor parte de su tiempo en una casa que tenía en los alrededores de París o en su pueblo natal de Sète. Así y en ese cuasi-aislamiento, transcurrieron sus últimos tiempos y se fue despidiendo.

Brassens murió de cáncer hepático, el 29 de octubre de 1981 en Saint-Gély-du-Fesc (a unos cincuenta kilómetros de Sète). Sus restos descansan en el Cementerio Le Py en Sète, a un kilómetro y medio del Mar Mediterráneo y a unos 150 metros de la Laguna (Étang) de Thau, aunque en su canción “Supplique pour être enterré a la Plage de Sète” refería que quería ser enterrado “Justo a dos pasos del mar, a dos pasos de las olas azules… un buen pequeño nicho, cerca de mis amigos de la infancia los delfines”. Pero el señor Destino proveyó diferente, como suele acontecer.

Ofrecemos un vínculo para escuchar una Antología de las canciones más conocidas y características de Brassens. Como en toda Antología, “no son todos los que son, ni son todos los que están”. Se conocen muchas versiones de temas de Georges Brassens en castellano, interpretadas por otros. En nuestras latitudes todavía se recuerdan algunas canciones suyas cantadas por Claudina y Alberto Gambino, de la primera mitad de la década de 1970. Las más conocidas son las de Paco Ibáñez, publicadas en el Long Play “Paco Ibáñez canta Brassens” (1979), cuyo link también ofrecemos.

https://www.youtube.com/watch?v=qbgyN0mLfkc&t=886s

https://www.youtube.com/watch?v=dzsjXnZP_i0



No hay comentarios:

Publicar un comentario